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Recorriendo parte de la provincia de Teruel de novela en novela

Albarracín, el Maestrazgo o la capital son algunos de los lugares turolenses que han servido como inspiración a escritores para emplazar sus obras literarias.

Foto de Albarracín
Foto de Albarracín
Laura Uranga

Albarracín, los pueblos del Maestrazgo o la propia ciudad de Teruel son algunos de los lugares de la provincia turolense que han servido de inspiración a novelistas para emplazar sus obras literarias. En los pasajes de estos libros se reconocen escenarios emblemáticos del territorio que, aunque son conocidos, quizás no se hayan visto nunca a través de los ojos de un escritor ni con su misma mirada. En otros casos, son lugares hasta donde el visitante llega atraído tras una lectura que lo ha tenido enganchado página tras página. Una vez terminado el libre, ese vacío que se queda dentro se puede intentar llenar viajando en persona a esos emplazamientos donde ya se había viajado con la imaginación anteriormente.

La historia de los Amantes de Teruel, los Romeo y Julieta turolenses, se plasma en ‘El beso que no te di’, la novela de Magdalena Lasala. La mayor parte de esta trágica historia de amor de Diego e Isabel transcurre en la capital turolense. Entre sus páginas se puede reconocer la plaza del Torico o la de San Juan, como escenario de los pasajes de esta recreación histórica en la que se habla de quiénes fueron realmente Isabel de Segura y Diego de Marcilla, de qué familias procedían, qué pasaba en el siglo XIII en Teruel y cómo era la ciudad en aquella época. Junto con la capital, las localidades de Mora de Rubielos y Albarracín también aparecen en algunos momentos.

En este último destino es el que se inspira Luis Zueco para su novela ‘La ciudad’. Es un thriller histórico de intriga que se desarrolla en su totalidad dentro de este pueblo turolense con encanto. Es la segunda parte de la trilogía medieval de este escritor aragonés y se ambienta en el siglo XIII. Sus capítulos se desarrollan en las murallas, la catedral, las calles y los palacios del Albarracín de la Edad Media. Leer sus páginas es casi como hacer una visita turística por uno de los lugares más turísticos de Aragón.

Viajar a Albarracín también es posible a través de ‘El hijo del orfebre’, de Ricardo Espín Buena. En este caso, es un viaje a dos épocas diferentes de la mano de los dos protagonistas del libro. Uno es Arturo Dalmau, un joyero de Barcelona y también escritor que, cuando atraviesa uno de los peores momentos de su vida recibe una llamada que lo cambiará todo. Un pariente lejano al que ni siquiera conoce ha fallecido y le ha dejado en herencia una casa en Albarracín que perteneció a un orfebre. El otro personaje principal es Juan Pillo, un guerrero del siglo XI, y también se hace alusiones a Teruel capital.

Masías de Ejulve
Masías de Ejulve
Laura Uranga

El Maestrazgo ha servido de inspiración a varios autores como Antón Castro, que en su obra ‘El testamento de amor de Patricio Julve’ hace un homenaje a esta comarca turolense. Es un libro de relatos en el que se resumen 150 años de historia de este territorio viajando a pueblos como Ejulve, Pitarque, Villarluengo, Mirambel o Cantavieja. En formato de novela, Javier Arruga se inspira también en el Maestrazgo y en los Pinares de Rodeno para su novela ‘Me comí su corazón’, una historia romántica de un miembro de los maquis en la Guerra Civil española.

Entre las publicaciones más recientes cuyas historias suceden en la provincia de Teruel está ‘Un hípster en la España vacía’. La novela de humor es obra del escritor aragonés Daniel Gascón y cuenta la historia de un joven treintañero que en busca de un cambio de vida y tratando de olvidar a su ex novia se muda a la casa familiar en La Cañada (Cañada de Benatanduz), un pequeño pueblo del Maestrazgo del que incluso llega a ser alcalde. En sus páginas se puede ver reflejada la realidad, desde la parodia, del medio rural aragonés, donde la cobertura de móvil escasea, se busca la autosuficiencia y la vida no es tan idílica como parece.

Antigua escuela
Antigua escuela
Laura Uranga

En ‘La posada del pozo’, de Raquel Victoria, todo sucede en una posada familiar de un pueblo ficticio, Alsilos, ubicado en Teruel. La historia transcurre en los años previos a la Guerra Civil y también durante el conflicto. En el establecimiento, como sucede ahora en los bares de los pueblos pequeños, el que está detrás de la barra no solo es camarero, también psicólogo, consejero sentimental, amigo, enemigo o incluso el alcalde. Esta realidad se plasma en una novela inspirada en los años 20 del siglo pasado en las cercanías de Teruel.

Otro lugar ficticio pero también inspirado en un pueblo de Teruel es el escogido por Esther G. Escobar para emplazar su obra ‘¡Tenemos una granja!’. Es una novela romántica ambientada en una granja en el medio rural turolense.

Presentes y pasadas, en pueblos o en la ciudad, las historias de estos libros que se desarrollan en Teruel permiten al lector viajar sin salir de casa. Al mismo tiempo, estos títulos promocionan Albarracín, el Maestrazgo y el resto de lugares citados, llevando a quienes los han leído a finalmente visitarlos para poder recrear las escenas que en su momento imaginaron.

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