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Dos horas de ruta a pie y nueve ermitas que conocer en el entorno de Yebra de Basa

Desde la de Angusto hasta el Santuario de Santa Orosia, la peregrinación es una de las actividades más populares en esta zona del Alto Gállego aragonés.  

El Santuario de Santa Orosia es lugar de peregrinación y romería.
El Santuario de Santa Orosia es lugar de peregrinación y romería.
Laura Uranga

Desde la de Angusto hasta la de Santa Orosia hay unas dos horas de ruta a pie para conocer las nueve ermitas que salpican el entorno natural de los montes de Yebra de Basa. Este recorrido es casi una peregrinación y su romería es una de actividades más populares en esta zona del Alto Gállego aragonés.

Partiendo desde el pueblo de Yebra de Basa, la primera ermita que aparece es la de Angusto, cuyo nombre hace referencia al paso estrecho que hay que superar para llegar hasta ella. Se sitúa a apenas 200 metros del casco urbano de la localidad, en dirección norte. Hasta aquí incluso se puede llegar en coche y, una vez estacionado, comenzar la caminata a pie.

Toda la ruta está bien señalizada y salva un desnivel de 700 metros. Conforme se avanza, por un camino a la izquierda en dirección al Santuario de Santa Orosia, se va ganando en altura y pronto aparecen las siguientes ermitas. Se las conoce como Arrodillas (por unos huecos en las piedras que parecen hechos para arrodillarse) y Escoroniellas y destacan por su pequeño tamaño. Antes, a unos 300 metros desde el desvío, se llega al Barranco de Santa Orosia, el cual hay que cruzar para continuar.

Tras algo más de una hora andando y estando en la mitad del itinerario, aparecen las dos siguientes ermitas de la ruta. Son la de San Cornelio (hermano de Orosia) y la de La Cueva, una de las más famosas del recorrido. Su singularidad se debe a que está incrustada en la muralla que dibuja la montaña y la sobrepasa la cascada de El Chorro de la que, según el caudal del río y la época del año, brota más o menos agua.

Cuatro de las nueve ermitas de la ruta están incrustadas en la roca.
Cuatro de las nueve ermitas de la ruta están incrustadas en la roca.
Laura Uranga

Hasta este punto, se habrán recorrido unos cuatro kilómetros y superado un desnivel de 450 metros. Con más de la mitad de la ruta de ida avanzada, muchos excursionistas aprovechan este paraje para descansar y, si van con niños, finalizar aquí la actividad. Es el punto más espectacular de la andada y subir hasta el Santuario de Santa Orosia puede ser demasiado exigente para los más pequeños de la familia.

Para quienes continúen hasta completar la ruta, antes de proseguir, merece la pena acercarse hasta la ermita de San Cornelio, tomando unas escaleras que surgen a la derecha desde la cascada. Como el resto, esta construcción está cerrada por lo que no se puede visitar su interior. Tras este pequeño desvío, la caminata sigue por la faja que discurre bajo El Chorro, en cuyos pies se puede observar, según la época del año y sobre todo en invierno, cómo el agua se congela sobre la roca.

Dejando atrás este paraje de excepción, la excursión avanza en busca del resto de ermitas. Por delante, todavía quedan cuatro de ellas. La siguiente en aparecer es la de San Blas, a la que se llega casi sin darse cuenta atravesando desde las alturas el Valle de Basa. Contemplar las vistas y el vuelo de las numerosas aves carroñeras, sobre todo buitres leonados, que habitan en estas paredes de piedra hace de este un tramo muy ameno. Todavía sin salir de la faja y muy próxima a la de San Blas está la ermita de Santa Bárbara.

El último tramo de la ascensión lleva al senderista hasta la ermita de O Zoque (o de la Cruz), el punto de mayor altitud de toda la ruta, a 1.576 metros. Se encuentra en los límites de una gran planicie en cuyo centro se asienta el Santuario de Santa Orosia, que ya se puede distinguir a lo lejos. Un pequeño camino conduce hasta este punto, que marcará el final de la ruta de ida, de unas dos horas andando sin paradas.

La devoción por Santa Orosia y su santuario hacen que este sea lugar de peregrinación y de mucha tradición en la zona. De hecho, el origen de este santuario data del siglo XVII,

cuando la ermita de La Cueva se había quedado pequeña para la gran cantidad de peregrinos que llegaban hasta allí. Fue entonces cuando se decidió construir la iglesia de Santa Orosia en el lugar donde, según la leyenda, se produjo el martirio de la santa y se encuentra el manantial.

El reflejo de esta devoción tan enraizada en la zona es la peregrinación del 25 de junio de cada año, cuando los vecinos de la zona suben en romería hasta este punto para celebrar así el hallazgo de las reliquias de Santa Orosia en los montes de Yebra de Basa.

La romería, como la ruta descrita, va desde el pueblo hasta casi la cima del monte Oturia, pasando por ocho ermitas por el camino, cuatro de ellas literalmente incrustadas en la roca. Cuenta la tradición que Orosia murió a golpe de espada, casi descuartizada en estos llanos donde también parece se custodió durante un tiempo el Santo Grial. Sin duda, un lugar lleno de historia a escasos cinco minutos en coche desde Sabiñánigo al que merece la pena acercarse.

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