Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Tráfico aéreo. ¿Cómo se controla?

Cada 90 segundos, aterriza o despega un avión en el aeropuerto de Heathrow (Reino Unido), el de mayor tráfico aéreo de Europa. Si no hubiera unas reglas claras y rígidas, unas ayudas electrónicas y humanas, sería imposible hacerlo. Lograr fluidez y que los vuelos sean seguros es la misión de los controladores aéreos. Las normas deben ser universales para que cualquier piloto de cualquier país pueda volar sin problemas a cualquier otro. ¿Cómo se consigue?

Un avión despega del aeropuerto de Manises; un controlador le habrá indicado la pista, la dirección y el ángulo de despegue
aeropuerto
EFE

NOS VAMOS DE VIAJE

Llegó el momento de embarcar. Junto al resto de los pasajeros de nuestro vuelo, subimos a un avión que está aparcado en un ‘finger’ del aeropuerto. El piloto habrá dado su plan de vuelo a los controladores y estos, de acuerdo con la disponibilidad de las pistas, le habrán dado una hora aproximada de salida lo más exacta posible para evitar inconvenientes a los pasajeros. Se llena el avión y se cierran las puertas. El piloto pide permiso para abandonar el ‘finger’. Un controlador de rodaje debe despejar una ruta en tierra para que los aviones no encuentren obstáculos, evitando que haya otros aviones, coches, autobuses... Puede que para eso se sirva de radares de tierra.


Una vez despejada la ruta, se le dice al piloto que vaya hacia una determinada pista y se ponga en una cola de espera concreta. En la pista están despegando y aterrizando aviones permanentemente. En algún momento le llegará el turno. Un controlador le indicará cuándo puede entrar en la pista de despegue, en qué dirección y con qué ángulo de subida debe despegar, todo ello para evitar que haya otras naves u obstáculos en los alrededores. Cuando haya llegado a la altura indicada, se le dirá que siga una determinada ruta que se llama aerovía, que deberá estar despejada. El controlador ha de tener en cuenta los aviones que están en la zona y debe respetar una separación vertical y horizontal respecto a los mismos. Dichas separaciones dependen de muchos factores pero, como norma básica, la distancia vertical mínima es de 1.000 pies (unos 300 metros, lamentablemente cuando hicieron estas reglas no pensaron en el Sistema Internacional de Unidades) y la horizontal de 5 millas náuticas (unos 9,26 kilómetros).


Ya ubicado el avión en la aerovía adecuada, otro controlador, apoyándose en los radares, sigue el vuelo por si surgieran problemas.


LLEGAMOS A DESTINO

Al llegar al aeropuerto de destino, ocurre lo contrario. Se le indica al piloto cuándo tiene que descender, a qué pista, con qué ángulo. Se encenderán las luces de la pista para facilitarle la labor. Una vez aterrizada la aeronave, hay que sacarla de la pista y llevarla a un lugar de aparcamiento. El camino debe estar despejado para que el avión pase sin contratiempos. Es entonces cuando escuchamos aquello de «deseamos que hayan tenido un vuelo agradable y esperamos verles de nuevo a bordo». Hemos llegado.