Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Homo antecessor. Europeos sin Europa

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Detalles de las marcas de corte en fósiles encontrados en Atapuerca
evolución

Los protagonistas de nuestra historia no han llevado bien lo de estarse quietos, nunca. Pasaron de las alturas al suelo de la sabana, se extendieron por la geografía africana y aprendieron a aprovechar sus recursos. Con el tiempo, nuevas formas, mejor adaptadas, ocuparon el lugar de las que se extinguían o tal vez exploraban las fronteras del territorio desocupado. El Homo georgicus, me contó el profesor Jordi Agustí, no se quedó en el Cáucaso. Sus descendientes se extendieron hacia Oriente, alcanzando Java en poco más de 100.000 años -un tiempo corto en términos geológicos-. Los que encontramos allí tienen el nombre de Homo erectus. También, claro, llegaron a la isla de Flores donde dieron lugar al 'Hobbit', el Homo florisiensis. Pero estas especies quedan más allá de nuestra historia, pues nosotros perseguíamos a los primeros europeos.


Los georgicus que se encaminaron hacia Occidente, lo hicieron con mayor dificultad. El clima europeo era seco y frío en comparación con la calidez y humedad que dominaban Asia. No sabemos qué fue de ellos durante los siguientes 500.000 años hasta que, quienes los científicos creen que son sus descendientes, dejaron herramientas talladas y restos óseos en un lugar situado a más de 4.000 kilómetros de donde los encontramos por última vez.


LA PRIMERA ESPECIE EUROPEA

De una de las paredes de la Trinchera, entre el lodo fosilizado que un día cubrió el suelo de una cueva en la sierra de Atapuerca, Burgos, se extrajeron dos fragmentos de cráneo que cambiaron la historia de nuestra evolución. Homo antecessor, la primera especie europea, habitó esta zona hace, al menos, 1,4 millones de años. Su aspecto era parecido al de sus primos caucásicos, un metro de estatura, un cráneo reducido -de apenas 1.000 cc- y una tecnología rudimentaria. Seguían siendo carroñeros y, lejos de legarnos muestras de su piedad hacia los de su misma especie, nos dejaron pruebas de que practicaban el canibalismo. De la misma manera que la mandíbula de Dmanisi probó lo primero, las marcas de corte -hechas con herramientas de piedra- en huesos de antecessor, probaron lo segundo.


En opinión del codirector de los yacimientos, Eudald Carbonell, estos pequeños homínidos no dominaban el fuego y, sin pruebas que demuestren lo contrario, tampoco el lenguaje articulado típico de nuestra especie. Lo que sí sabían aprovechar a la perfección era el sistema de cuevas que se extendía por toda la sierra y donde los antecessor encontraban abundante carroña con la que mantenerse, al menos, hasta hace 750.000 años, fecha en la que se han datado los últimos restos fósiles encontrados en Burgos.


UN ROMPECABEZAS POR RESOLVER

Los antecessor son, en más de un sentido, todavía un rompecabezas: tienen características muy primitivas y muy modernas a la vez. Su cráneo es pequeño y de frente plana, sin embargo su maxilar es mucho más parecido al nuestro que al de los georgicus o los habilis. Como, además, se han descubierto muy pocos fósiles pertenecientes a su época, la historia de los primeros europeos está envuelta de una neblina científica. ¿Qué pasó entre el Cáucaso y los Pirineos? ¿Hay otras especies todavía por descubrir? O, como apunta algún científico, ¿cruzaron los homínidos el Estrecho y entraron en Europa, haciendo escala en Orce, Granada, y cruzando la Península Ibérica?


Las dudas parecen despejarse cuando avanzamos en el tiempo. Hace 300.000 años una nueva especie aparece en el registro fósil de Atapuerca. Una especie que podemos encontrar en otros lugares de Europa y que, según Carbonell, podría ser descendiente del Homo antecessor. Estos nuevos homínidos, con lenguaje y fuego, practicarían enterramientos y, como los georgicus antes, nos legarían pruebas de su piedad hacia los de su misma especie. Su aspecto sería mucho más parecido al actual y su cerebro tendría un tamaño gigantesco comparado con el de los antecessor. Para conocerlos mejor, no tenemos que movernos de Atapuerca… ¡pero sí esperar al próximo capítulo de nuestra aventura!


LA HUELLA DEL CRIMEN

Las pruebas de que Homo antecessor practicaba el canibalismo podemos encontrarlas en multitud de restos óseos humanos hallados en Atapuerca. Restos de otros antecessor que pasaron a formar parte del menú de los habitantes de la cueva.


En la esquina superior derecha de la imagen podemos ver la huella de un fuerte impacto en un maxilar humano -se cree que el cerebro era consumido-. Debajo de este, una fragmento de costilla humana con marcas de corte. Más abajo, un fragmento de tibia con marcas típicas de descarnado. En total, entre las campañas de 1994 y 1995, se encontraron más de 80 fragmentos de hueso de hasta seis individuos, varios pertenecientes a niños de corta edad. Una posible explicación es que se tratara de individuos de clanes enemigos.