Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Pon un holograma en tu ventana y tendrás luz

Es una humilde línea, si, pero es un holograma sobre un fotopolímero finísimo con células fotovoltaicas diminutas capaz de producir electricidad. Ha sido inventado en la Universidad de Zaragoza.

Un holograma se hace igual que una fotografía, con la salvedad de que hay que separar en dos haces un mismo láser para que uno ilumine el objeto a fotografiar y el otro rebote en un espejo y llegue limpio a su destino. En un punto posterior de encuentro, se superponen las ondas de ambos haces y las interferencias que generan al juntarse se graban en un fotopolímero que ni siquiera precisa revelado. Et voilà, ya tenemos el holograma. Exactamente así, investigadores de Física Aplicada de la Universidad de Zaragoza han trazado la línea más prometedora de la historia de las placas solares.

Un plastiquito, el fotopolímero, contiene el holograma de una simple línea; a ambos lados se sitúan unas finísimas láminas de vidrio que portan células solares diminutas. Cuando la luz del sol cruza la línea, ésta hace un ejercicio tal de concentración solar que es capaz de generar electricidad.

El conjunto no ocupa más de medio metro cuadrado y es completamente transparente. Por eso se puede poner en ventanas para fabricar la electricidad que precisan, por ejemplo, una vivienda o unas oficinas. Invernaderos, telescopios y satélites artificiales son otros posibles receptores de este innovador equipo que 'se cocina' en los laboratorios del campus zaragozano San Francisco.

Otra ventaja que aportará: el holograma no concentra el infrarrojo y, por tanto, no calienta, con lo que las células fotovoltaicas se librarían del incómodo calentamiento que sufren en las actuales placas solares y que resta eficiencia a la producción de luz. Pero es que, además, las células, tan caras y contaminantes por su corazón de silicio, reducirían un montón su tamaño y, con él, su impacto medioambiental. “Bastaría con bandas de células de un centímetro", especifica Jesús Atencia, coordinador del grupo TOL (Laser & Optical Technologies).

Estudiar las ondas luminosas

Con TOL trabaja ahora Julia Marín, cuya tesis es la que ha dado lugar, precisamente, a este proyecto de 'Concentración solar en células con hologramas'. Investiga en un laboratorio en el que el grupo tiene desplegada toda la tecnología para crear los hologramas que le sirven para estudiar el comportamiento de las ondas luminosas y sus potenciales aplicaciones.

Parece un juego de esos en que una bolita recorre un intrincado circuito. El láser sale, se divide, choca con los objetos, con los espejos, rebota, se mezcla en rojo, azul y verde si se quiere obtener blanco, la luz vibra, no hay lentes de por medio, hay ondas que se restan al confluir y generan oscuridad y otras que se suman y ofrecen luz y, al final, llegan a la placa que refleja, como por arte de magia, esa imagen nítida y sobresaliente, casi corpórea y tan sorprendente de los hologramas.

“En un holograma conservas toda la información que transportan las ondas -cuenta Atencia-; se ve la forma exacta que tiene la onda, la forma y la cantidad de luz empleada. Así que permiten manejar la parte de información que se pierde cuando haces una foto”. Al investigador le gusta decir que “hacer un holograma es congelar la luz”.

Julia Marín se trasladará después a la Universidad de Lérida, donde se llevará a cabo la integración de las células fotovoltaicas en el prototipo de concentrador solar fabricado en Zaragoza, en el Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón (I3A).

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