Si estabas esperando el gran invento que podría acabar con el hambre del mundo, no dejes que te llamen utópico ni un solo día más. Puede estar más cerca de lo que parece (si a la ciencia se sumara la voluntad, claro). Científicos finlandeses de la Universidad Tecnológica de Lappeenranta han creado un aparato del tamaño de una cafetera que produce alimentos a partir de electricidad, agua y dióxido de carbono, un gas disponible a raudales en el aire que respiramos. Todo gracias a la ayuda de microbios que trabajan dentro de un pequeño biorreactor.

Para ser exactos el aparato crea cucharadas de proteína y carbohidratos en polvo con los que una persona podría alimentarse. Y sin contaminar lo más mínimo, ya que la energía la obtiene de paneles solares y molinos de energía eólica. De hecho, el proceso puede ser tan eficiente como la fotosíntesis, el mecanismo que emplean los vegetales para producir su propia comida. La única pega es que, de momento, funciona muy despacio: hacen falta dos semanas para que fabrique un gramo de proteína. Un obstáculo que esperan solventar en la siguiente fase de su investigación. Para que al final resulte mucho más fácil de producir que su principal competidor 'natural', la proteína de soja.