Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Residuos de champiñón que valen para todo

El Centro Tecnológico AITIIP participa en el proyecto europeo Funguschain, centrado en la construcción de una biorrefinería que separe las moléculas de los residuos vegetales.

De los residuos orgánicos que tiramos a diario podrían extraerse muchos productos de valor; si existiera la forma de hacerlo. Un grupo de empresas, científicos y centros tecnológicos de diez países europeos se han lanzado a buscar la manera de separar las moléculas de alto valor que residen en la parte del champiñón que no nos comemos, en ese extremo del tallo que llega a nuestra cocina con restos de compost.


Una vez separadas las moléculas (antioxidantes, antimicrobianos, proteínas, polisacáridos, polioles...), los mismos socios tienen intención de aprovecharlas después en numerosos y muy variados productos, desde jabones de limpieza antimicrobianos y bolsas de bioplástico hasta batidos y purés enriquecidos para deportistas y personas mayores. Es más, los residuos restantes podrán ser utilizados para el compostaje o la síntesis de biogás, cerrando así el ciclo agrícola.


Funguschain es el nombre del proyecto, en el que participa el Centro Tecnológico AITIIP, con sede en Zaragoza. Desde aquí, la directora de Innovación, Berta Gonzalvo, nos cuenta que el objetivo de este proyecto, que acaba de arrancar y tiene cuatro años por delante, es construir una biorrefinería cuyo primer destino será la empresa Monaghan Mushrooms, mayor productora de champiñón de toda Europa.


Con la intención de abrir una nueva línea de negocio, Monaghan expuso el plan que ha dado lugar al proyecto Funguschain. Otros socios son empresas de alimentación, limpieza y plásticos que, en un futuro, recibirán las moléculas que salgan de la biorrefinería. Otras se dedican a procesos y análisis, como BioDetection Systems, líder del proyecto y experta en analíticas de ecotoxicidad. Entre los centros tecnológicos participantes está el zaragozano AITIIP, centrado concretamente en el desarrollo de bioplásticos.     


Aún no se sabe cómo va a ser la biorrefinería. Falta el estudio de ingeniería. Pero Berta Gonzalvo explica que, en su interior, "la extracción de las moléculas se producirá en cascada: antioxidantes y antimicrobianos primero; proteínas en un segundo proceso; polisacáridos y polioles después; y al final el resto hasta generar cero residuos".


Gonzalvo advierte que, en un futuro, esta biorrefinería "podrá ser replicable para todo tipo de residuos agrícolas". Y es que, cada año, se producen casi noventa millones de toneladas de residuos alimentarios en la Unión Europea, de los cuales el 38% proviene directamente del sector de la fabricación de alimentos.


Sólo de champiñón se generan a la semana en Europa más de 60.000 toneladas de desperdicios. Éstos tendrán pronto un destino mejor gracias a la financiación europea que, según Gonzalvo, "está apostando por la innovación tecnológica en procesos verdes y circulares".

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