Trece al sol de... Chesús Yuste

"La crisis es terrible y deja poco margen para alegrías"

Chesús Yuste (Zaragoza, 1963). Diputado de CHA y de La Izquierda de Aragón en el Parlamento Nacional, es autor de la novela 'La mirada del bosque'.

Chesús Yuste, escritor y parlamentario
Chesús Yuste, escritor y parlamentario
CIDONCHA

1. ¿Qué hace un político que escribe o un escritor en política en verano?


Aspiro a desconectar, pero con este Gobierno es imposible. En vísperas del rescate y con la que está cayendo, hay que seguir alerta. No obstante, es mi momento propicio para escribir. Tengo una novela a medias desde antes de las elecciones y me gustaría acabarla algún día.



2. ¿Dónde suele veranear?


Este año toca unos días en el Pirineo aragonés y, si puedo, unos días en la Costa Brava. Echaré de menos alguna escapadita fuera, pero este verano va a ser que no.



3. ¿Es de playa, de montaña, de ciudad o de pueblo?


Soy de la pobre gente que no tiene pueblo, oh, así que… Eso sí, como buen hijo del secano, de esta “tierra sin mar” que diría Labordeta, me encanta sentarme a contemplar la inmensidad del mar, que me parece algo fascinante.



4. ¿Qué haces diferente al resto del año?


Acumulo los libros que durante el curso no he podido leer y me doy un atracón. Este verano me llevo conmigo lo último de Fernando Sanmartín, Carlos Salem, Pedro de Paz, Petros Márkaris, Andrea Camilleri… y clásicos recién traducidos como ‘Deseo’ de Liam O’Flaherty.



5. ¿Cuál ha sido el viaje de verano de su vida?


Posiblemente el viaje en que descubrí Irlanda. Temía que tuviera el país muy idealizado, pero la realidad me ratificó en mi pasión irlandesa. Dublín es una ciudad que cautiva: con sus parques, su amor por los escritores, su forma de cuidar los escenarios de sus hitos históricos, el carácter de sus gentes, tan parecido al nuestro…



6. El verano está asociado a la infancia y a la adolescencia. ¿Cómo fue esa época?


De adolescente descubrí el Pirineo. Recuerdo cuando íbamos de campos de trabajo a pequeños pueblos encantadores en la Ribagorza o de campamentos a Selva de Oza. O con los compañeros de colegio en Navardún, en las altas Cinco Villas. Deliciosos veranos en que no parabas nunca en casa.



7. ¿Cuál es su mejor recuerdo de entonces, el que más le persigue?


Eran días de libertad, lejos de casa, días de descubrir gentes, lugares… Recuerdo un viaje en un viejo 600 por toda la costa vasca desde Hondarribia a Bilbao, en que un ertzaintza en Guernica nos ayudó a reparar el motor que echaba humo, ja ja ja. Qué aventurillas.



8.¿Cuál sería el menú perfecto de un día ideal?


Vivir sin reloj, despertarse sin saber qué hora es, darse un baño o un paseo por el monte, leer un rato (una buena novela policíaca, por ejemplo), jugar a cocinicas, escribir otro rato, dar otro paseo por el monte o por el pueblo y, de noche, tras la cena, acercarnos al mar y tomar un cubata mirando las olas, o disfrutar de las estrellas si estamos en la montaña.



9. ¿Un fetiche de un verano inolvidable?


Soy poco fetichista, pero, igual que recuerdo aquel viaje en el 600 de un amigo de Pamplona, recuerdo otro verano con la música de Ixo rai! a toda pastilla por las carreteras de Aragón, o aquellos libros en español sobre brigadistas internacionales que encontré en una librería republicana de Dublín…



10. ¿Cuál ha sido el personaje de sus vacaciones?


No hay un gran personaje en mis veranos. De niño no había veraneo familiar, así que… En mis veranos hay múltiples personas muy importantes: mis amigos, mi pareja, alguna gente con la que nos vamos cruzando en los viajes…



11. ¿En qué han cambiado los veranos con internet? ¿Y con la crisis?


Con internet ya no puedes desconectar como antes. Resulta tentador ver los correos o consultar la prensa ‘on line’ y ya estás pillado por la actualidad, y siempre pasa algo. La crisis es terrible y deja poco margen para alegrías. Pero quien pueda consumir debe hacerlo, para que nuestras empresas y trabajadores puedan continuar peleando.



12. Si tuviera que resumir el verano en un ‘tuit’ de 140 caracteres, ¿qué diría?


Esperando el rescate, Márkaris nos presenta el caso griego, mientras recupero lecturas atrasadas y empujo mi segunda novela.



13. ¿Cuál es la mejor, la más extraña o sorprendente anécdota veraniega vinculada a su profesión?


No me pasó a mí, pero es la mejor. Tomo prestada la anécdota de mi editor de mi novela ‘La mirada del bosque’ (Paréntesis), Antonio Rivero Taravillo, que, viajando en un avión de Buenos Aires a la Patagonia, entabló conversación con la vecina de asiento y, hablando de Argentina y de las Malvinas, la cosa derivó hasta Irlanda y aquella mujer argentina mencionó Innisfree, mi blog irlandés, que reconoció que visitaba cotidianamente, para alucine de mi editor. No me ocurrió a mí, pero casi es mejor.