MUERTE POR VENENO

En recuerdo de las águilas perdiceras de Valmadrid

Águila perdicera en Valmadrid, ya muerta
Águila perdicera en Valmadrid, ya muerta
JUAN CARLOS MUÑOZ

En el 2009 el Gobierno de Aragón nos concedió un permiso para fotografiar las águilas perdiceras de Valmadrid. Hace muchos años que las conocíamos, y su proximidad a la gran ciudad de Zaragoza era una especie de suerte dada la escasez de esta especie en todo Aragón, con tan sólo una treintena de parejas reproductoras y con su inclusión dentro del Catálogo de Especies Amenazadas de Aragón bajo la categoría de “En peligro de extinción”.


Juan Carlos, Fernando y yo estuvimos varios días acudiendo a un 'hide' o escondite de tela que montamos en Valmadrid con la ayuda y supervisión de un agente de protección de la naturaleza de la zona. La primavera estaba esplendorosa de verdes y de colores. Y en esos pocos días pudimos constatar la interferencia humana que sufrían estas bellas águilas: sorprendimos a un fotógrafo sin autorización molestando en las proximidades del nido, y poco después alguien nos robó el escondite que teníamos instalado.


Se veía que la zona, pese al periodo crítico, era frecuentada por numerosos curiosos y otras personas que alteraban la paz que precisan estas aves rapaces. Alejada la amenazada de instalar un parque eólico muy próximo, a los pocos meses de tomar la foto que ilustra esta página un gran incendio forestal quemó más de 1.500 hectáreas de monte autóctono, arrasó el pinar próximo, calcinó el barranco y las llamas subieron por las paredes del barranco hasta alcanzar el mismo nido.


Pese a la catástrofe, las águilas seguían en la zona cambiando la ubicación del nido y el área de campeo habitual para capturar a sus presas. Pero la trágica noticia ha llegado hace unos días: “Tres personas imputadas por un delito contra la fauna”. Las dos águilas perdiceras de Valmadrid aparecen envenenadas, y la Guardia Civil detiene a tres hombres relacionados con actividades de columbicultura, acusados por haber colocado cebos envenenados ilegales para ahuyentar a los zorros y depredadores que merodeaban por las proximidades de sus palomares.


El naturalista Alberto Portero, experto en esta especie, explica que se trata de “un acto ruin, mezquino y cobarde. Hay varios imputados ante el juez. Las águilas fueron puestas en medio de un camino para que se vieran bien, sin miedo. Una de ellas llevaba un emisor GPS. La necropsia ha determinado que además de morir envenenadas los dos ejemplares llevaban perdigones enquistados de algún encuentro con cazadores a lo largo de su vida”. En los foros de Internet se habla de un daño irreparable, de un hecho vergonzoso de delincuencia medioambiental, y se pide sentencia firme, castigo ejemplar y que se haga justicia. Organizaciones ecologistas como SEO/BirdLife o la Fundación Quebrantahuesos se han personado en el caso para ejercer la acusación particular.


Con el triste recuerdo de las águilas que muy seguramente ya no volverán, ahora se espera que el Gobierno de Aragón apruebe definitivamente el avanzado Plan de Recuperación del águila-azor perdicera en Aragón, lo que se sumaría a las acciones llevadas a cabo en nuestra región en la lucha contra el uso ilegal de cebos envenenados que cuenta con la ayuda de los fondos LIFE de la Unión Europea. Para disgusto de algunos especuladores interesados, el paisaje y el hábitat de las paredes, barrancos y montes de Valmadrid seguirá contando con la misma protección legal y preventiva, como si las águilas aún estuvieran sobrevolando estos castigados montes esteparios del valle del Ebro.



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