Pañuelico con mucha rasmia

Dos peñistas de La Botera subieron al Torico e inyectaron una alta dosis de energía a las más de 7.000 personas allí congregadas.

Pañuelico con mucha rasmia
Pañuelico con mucha rasmia
Javier Escriche

Faltaba más de una hora para que el Torico vistiera el típico ‘pañuelico’ rojo y en la plaza de Carlos Castel ya no cabía ni un alfiler. El Tozal, la calle Amantes, la calle Nueva y la calle San Juan fueron invadidas por los cientos de jóvenes que se dirigían en peregrinaje hacia el corazón de la ciudad con un único objetivo: conocer en primera persona uno de los actos más populares de las fiestas de La Vaquilla.


Al grito de ‘Que bote Teruel’, las más de 7.000 personas allí congregadas amenizaban la espera lanzándose todo tipo de bebida: vino, cerveza, refrescos, agua... Todo era válido para sobrellevar los 27 grados que marcaba ayer el termómetro en la capital turolense. Mientras los vaquilleros disfrutaban de la diversión, el emblemático Torico esperaba impertérrito su turno, convirtiéndose, al mismo tiempo, en testigo mudo y parte irremplazable de la fiesta.Un privilegio de altura

Turolenses y visitantes no solo ocuparon el embaldosado de la plaza del Torico, pues desde arriba, decenas de personas llenaron a rebosar los balcones de las viviendas e instituciones allí ubicadas. Los espectadores no quisieron perder detalle del acto, siendo conscientes de que observaban los festejos desde un lugar privilegiado, motivo por el que aprovecharon todo momento para fotografiar a los asistentes y llevarse a casa un recuerdo tangible del ambiente de esta edición.


«Desde aquí se aprecia cómo es la fiesta en estado puro», comentó Ana Marcelo, que llegó por primera vez hace dos años desde Alcalá de Henares y se ha convertido casi en una turolense más. «A raíz de La Vaquilla tuvimos la oportunidad de conocer también la fiesta medieval de las Bodas de Isabel», añadió. Para Josep Canela, de Lérida, asistir al acto por primera vez y desde las alturas también fue todo un lujo. «Ya que tenemos esta oportunidad, hay que aprovecharla. Para estar abajo siempre hay tiempo», explicó el joven catalán, que aseguró que nunca había presenciado un evento de estas características.Sensación inefable

Tras el toque del ‘Campanico’ en la plaza del Ayuntamiento, el alcalde de la ciudad, Manuel Blasco, entregó el pañuelo vaquillero a una representante de la peña La Botera, encargada este año de anudar esta prenda al cuello del Torico. Después de recibir el pañuelo, Roberto Sangüesa y Sergio Lilao comenzaron a escalar la columna de la fuente José Torán, mientras 7.000 miradas no perdían de vista a los dos jóvenes. Arropados por un nutrido grupo de socios de la peña, los muchachos alcanzaron ágiles su objetivo, momento en el que la muchedumbre estalló en gritos de júbilo y la emoción se desató por toda la plaza. En ese mismo instante, miles de litros de vino corrieron sobre las calles, tiñendo de morado a la multitud rojiblanca.


Casi tres minutos estuvieron los turolenses sobre el pedestal, donde con una fuerza imparable jalearon y animaron a todos los allí presentes, despertando un gran auge festivo. El público coreó y aplaudió con energía a los jóvenes hasta que descendieron de la columna. «No se puede describir con palabras, yo espero que este día no se me olvide nunca», destacó Roberto Sangüesa, uno de los dos encargados de colocar el ‘pañuelico’, al bajar del pedestal. El joven miembro de La Botera reconoció sentirse muy arropado y ayudado en su escalada por todos sus familiares y amigos. «Todos me han ayudado mucho», reiteró.


Sin duda, este acto está cargado de emotividad también para los cerca de 7.000 peñistas de la ciudad. Toño Redón, encargado de poner el ‘pañuelico’ en 1988 con la peña ‘Los que faltaban’, vivió el efímero momento con gran intensidad. «Se me ha puesto la piel de gallina y casi se me saltan las lágrimas, y eso que yo no soy de los que se emociona con facilidad», matizó el peñista, que remarcó que el verdadero protagonista de este acto es el pañuelo. Para Laura Navarro, otra de las espectadoras turolenses, el ‘pañuelico’ es el momento más importante de La Vaquilla. «Este año no pasaremos por la peña porque he sido madre recientemente y viviré las fiestas de otra manera», comentó Navarro.


También son unos festejos agitados para los visitantes. Más de nueve años llevan viviendo la fiesta ‘Beldo’ y su grupo de amigos de Cuenca, que aseguraron rotundamente que La Vaquilla supera en calidad a San Fermín. La zaragozana Estíbaliz Ruiz, presente junto a sus amigos en el acto, destacó que acuden a la ciudad desde hace más de siete años por su gente y su ambiente. «Aunque para nosotros el mejor día es el viernes porque hay menos personas. Hoy es un poco agobiante», añadió la joven.24 horas ‘non stop’

Veinte minutos después de la puesta del ‘pañuelico’, la multitud comenzó a dispersarse de la plaza del Torico y a encaminarse hacia las 18 carpas de las diferentes peñas repartidas por el Centro Histórico de la ciudad. Orquestas, conciertos y discomóviles amenizaron la noche a los miles de vaquilleros. Los jóvenes continuaron la fiesta hasta altas horas de la mañana, cuando regresaron a sus casas o embarcaron en las decenas de autobuses que les llevarían de vuelta a sus localidades de origen.


Para garantizar la seguridad y la asistencia de los participantes en la fiesta, Cruz Roja ha desplegado un dispositivo compuesto por 65 voluntarios y cinco ambulancias de soporte vital básico. En la noche del viernes, el puesto de emergencias instalado en la ronda de Ambeles, atendió a un total de 41 personas, una cifra ligeramente menor a la del año anterior. Cinco personas tuvieron que ser trasladadas al Hospital Obispo Polanco con lesiones de pronóstico leve. La mayoría de los atendidos presentaron cortes por cristales o síntomas etílicos;aunque también hubo otras tres intervenciones por peleas.


El puesto de Cruz Roja está repartido en módulos diferenciados para curas, telecomunicaciones, recuperación y rehabilitación de etílicos; y continuará operativo hasta las 3.00 del próximo martes.