​Salavera exhibe desde La Lonja su visión del mundo durante 45 años de pintura

La muestra permanecerá abierta hasta el 10 de enero.

Salavera, en su estudio, con una de las obras que forman parte de la exposición
?Salavera exhibe desde La Lonja su visión del mundo durante 45 años de pintura
José Miguel Marco

Bajo el título la 'Segunda mirada', el pintor Eduardo Salavera exhibe desde este viernes y hasta el próximo 10 de enero en el Palacio de la Lonja de Zaragoza su visión del mundo desde el color y la naturaleza de las cosas a lo largo de 45 años de trayectoria.


Según el ayuntamiento de la capital aragonesa, Eduardo Salavera (Zaragoza, 1944) es uno de los pintores más significativos en el panorama del arte aragonés y el más "genuino" representante de cierto postimpresionismo, que ha sabido conciliar magistralmente, con un lenguaje y recursos cromáticos personales, las decisivas aportaciones de la nueva figuración surgida en los setenta y desarrollada durante la década siguiente.


A partir de mitad de los años 80, Salavera se centra en el paisaje, aunque las figuras tengan en muchas ocasiones un protagonismo muy destacado, definiendo y depurando un estilo que se caracteriza por la fragmentación (muchas veces claramente abstracta) y la reinvención pictórica de imágenes con las que no pretende reproducir la realidad, sino únicamente recrear las experiencias visuales y los recuerdos emocionales que conserva su memoria.


En esta retrospectiva, el artista muestra no solo una visión muy representativa del conjunto de su trayectoria, sino también la obra realizada en los últimos cinco años, donde se reafirma en las inquietudes plásticas y expresivas que siempre han caracterizado su trabajo.


Las 70 obras reunidas (que están formadas por más de 80 cuadros, porque algunas se componen con dos, tres e incluso cuatro piezas) están fechadas entre 1970 y 2015, y realizadas mayoritariamente en óleo sobre lienzo, aunque no falten, sobre todo en trabajos de la década de los 80, los acrílicos sobre lienzo.


Se trata de formatos medianos, grandes y muy grandes correspondientes a su época neocubista de la primera mitad de los setenta, a la figuración casi expresionista y cercana al pop de la segunda mitad de esa década y a los monumentales y postimpresionistas paisajes con figuras de los 80.


También a la figuración musical y mitológica de los 90; a los paisajes fluviales y más cercanos a la abstracción de la primera década del siglo actual, y a los deliciosos y, en muchos sentidos, magistrales paisajes salaverianos -fluviales, montuosos, arbóreos- de los últimos cinco años.


El conjunto de la exposición denota y confirma la categoría humana y artística de un pintor que, con perseverancia y discreción, ha llegado a dominar todos los recursos formales, compositivos y cromáticos de un lenguaje plástico tan esencial como diferenciado y riguroso, y a configurar esa personalidad creativa y ese discurso filosófico y expresivo que sólo alcanzan los auténticos maestros. Seguramente porque Eduardo Salavera es uno de ellos.


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