Los técnicos deciden hoy sobre el posible derribo del edificio en ruinas del Gancho

Las familias desalojadas en la madrugada del sábado tras la caída de parte del tejado esperan ayudas de los servicios sociales.

Los bomberos han apuntalado la casa para evitar que se desplome.
Los bomberos han apuntalado la casa para evitar que se desplome.
marco

Los arquitectos del Ayuntamiento de Zaragoza volverán a inspeccionar hoy el edificio del Gancho desalojado en la madrugada del pasado sábado tras la caída de un alero y de parte del tejado. Después de una primera visita de urgencia al inmueble, ubicado en el número 36 de la calle de Miguel de Ara, los técnicos municipales ordenaron precintarlo y prohibieron a las cuatro familias que lo habitan regresar a sus casas. Lo hicieron tras comprobar que el bloque presentaba daños estructurales severos y que podían volver a producirse desprendimientos. Por eso, los arquitectos volverán a inspeccionar hoy el edificio para ver si existe la posibilidad de reformarlo o hay que optar por la demolición.


El precario estado en que los técnicos encontraron el sábado el inmueble obligó a intervenir de urgencia, hasta el punto de que los Bomberos estuvieron trabajando prácticamente durante todo el día para consolidar las zonas más afectadas y apoyar puntales de contención en la fachada del inmueble situado justo enfrente. La Policía Local instaló también vallas en la calle para impedir que los transeúntes se aproximen a la casa afectada, de la que podría caer algún cascote.


Al inspeccionar el sábado por la mañana el edificio siniestrado, la arquitecta municipal observó un desplazamiento en la fachada principal, por lo que se colocaron testigos en las grietas para ver si la estructura continuaba moviéndose. Al parecer, no lo ha hecho, pero la situación del bloque es tan precaria que lo hace inhabitable. De hecho, ni siquiera los inquilinos han podido regresar todavía a recoger sus enseres. Cuando por fin se les permita, deberán entrar a sus hogares con autorización de la Policía y acompañados por los bomberos.

Acogidos en casas de familiares

De las seis viviendas con que cuenta el bloque -dos por planta–, solo cuatro estaban actualmente habitadas. Pero, cuando pasada la medianoche del viernes al sábado parte del alero se vino abajo, tan solo estaban en sus domicilios un par de familias con un total de cinco niños. El estruendo y la polvareda asustaron a estos vecinos, que prefirieron aguardar a la llegada de los bomberos para abandonar sus hogares. Finalmente, no les quedó otro remedio que hacerlo "con lo puesto", ya que, a casi todos, el desplome les sorprendió en la cama.


Aunque en un primer momento todos los afectados se han acomodado en casas de familiares, la posibilidad de que sus viviendas terminen siendo víctimas de la picota les inquieta sobremanera. Todos ellos se encuentran en una situación económica complicada y esperan ayuda de los servicios sociales para poder encontrar un nuevo hogar. "Si no tenemos ni para comer, ¿cómo íbamos a arreglar la casa?", se lamentaba este fin de semana una de las vecinas mientras confesaba su preocupación por el futuro de su familia si se quedan en la calle.