La barca hundida en Canelles carecía de permiso, seguro y flotadores y llevaba sobrepeso

La investigación de la Guardia Civil concluye con la imputación del conductor y propietario por un presunto homicidio imprudente.

La investigación del equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil sobre el hundimiento de una barca en el embalse de Canelles ha concluido con la imputación del conductor y propietario de la embarcación que naufragó, como supuesto autor de un delito de homicidio imprudente. Se considera que su conducta negligente provocó el accidente en el que falleció uno de los ocupantes, José L. A., un barcelonés de 65 años que solía cazar en la zona (tenía casa en Estopiñán del Castillo), cuyo cuerpo todavía no ha aparecido, pese al intenso rastreo por parte de bomberos y el GEAS de la Guardia Civil.


Los hechos ocurrieron el 21 de febrero en el embalse de Canelles, en el término municipal de Viacamp. Ese día se realizó una cacería de jabalís en la zona conocida como de la Isla (una partida que cuando sube el nivel de este pantano del río Noguera-Ribagorzana solamente es accesible desde el agua), en la que participaron 72 cazadores. Para acceder a los puestos asignados fueron trasladados en barca.


La investigación determinó, según la Guardia Civil, que la embarcación estaba homologada para cuatro pasajeros, siendo ocupada en el momento del accidente por seis, entre ellos el fallecido y su esposa. Excedía el peso en más del 50% de la carga máxima autorizada contando con los efectos personales de los cazadores, y además se veía lastrada por el peso de un jabalí de unos 40 kilos que habían abatido.


El propietario y conductor de la embarcación tampoco contaba con la titulación necesaria para su manejo, y el seguro que tenía contratado no incluía la garantía de accidente de sus ocupantes. Por si fuera poco, no había elementos de seguridad y salvamento (flotadores o chalecos) y la habilitación de navegación que le había sido concedida era para uso particular. Sin embargo, no transportaba a los cazadores de forma altruista sino que cada uno abonó 5 euros por el viaje, por lo que, según los investigadores, "se había prestado un servicio público encubierto".


Según fuentes de la investigación, el dueño de la barca, vecino de un municipio de Barcelona, de 47 años, es pescador, una afición que practica en el embalse de Canellas, y la tenía para su uso personal, aunque le pidieron colaboración para realizar el traslado de los cazadores, un servicio por el que cobró. Solo había suscrito el seguro obligatorio de responsabilidad civil, pero la póliza no cubría daños a pasajeros.

Oleaje por el fuerte viento

Por otra parte, las malas condiciones meteorológicas a causa del viento, que sopló muy fuerte en la zona, hicieron que se formase un oleaje con crestas de hasta 30 centímetros de altura. Esto, junto con las imprudencias que a juicio de los investigadores se cometieron en el transporte, provocaron que la embarcación se llenase de agua y posteriormente se voltease, cayendo todos sus ocupantes al agua (la temperatura era de 8 grados). Los pasajeros se quedaron agarrados a la embarcación hasta que fueron rescatados, ya que no disponían de flotadores o chalecos para poder permanecer a flote sin esfuerzo. Uno de ellos desapareció bajo las aguas y su cuerpo todavía no ha sido encontrado.


Durante semanas se le buscó en el embalse sin resultado. En paralelo al rastreo, el equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Huesca comenzó una investigación para determinar las posibles causas del accidente. Las diligencias han sido entregadas en el juzgado número 1 de Barbastro. La búsqueda se retoma periódicamente por parte de los buzos de la Guardia Civil, Mossos d’Esquadra, bomberos de la Ribagorza y personal de la Generalitat de Cataluña. La última vez, el jueves.