Cuestión de confianza

El CAI profundiza su espiral negativa con una derrota que vuelve a denunciar su escasa fiabilidad en los finales ajustados. La mala racha invita a remover dinámicas y roles. Además, jugadores fundamentales como Goulding o Robinson parecen haber perdido el foco.

Confianza. Seguridad que alguien tiene en sí mismo. Así define la Real Academia este bien intangible y tan preciado que el CAI Zaragoza parece haber extraviado en este crudo invierno. La derrota frente al Baloncesto Sevilla, la sexta al hilo y la cuarta consecutiva en el Príncipe Felipe, engrandece el mar de dudas en que se está ahogando un equipo que no conoce la victoria desde que el 18 de enero conquistó Illumbe para sellar su clasificación para la Copa del Rey. Desde aquel día, la regresión está siendo demoledora.


No es de extrañar que ‘confianza’ fuera una de las palabras más empleadas por Joaquín Ruiz Lorente en su rueda de prensa posterior al partido contra los andaluces. Pese que a sus jugadores se resistieron a entregarse cuando las ventajas visitantes podrían tentar a hacerlo –una virtud encomiable que ya afloró el miércoles frente al Cedevita–, en la afición sobrevolaba el pensamiento de que el tropiezo estaba más cerca que el triunfo. La escasa fiabilidad del CAI en los finales ajustados está siendo una constante en la presente campaña. Ha caído en los tres choques con prórroga, todos como anfitrión, ante Estrasburgo, Cedevita y ayer. Salvo en Tenerife y en Fuenlabrada, la suerte no le ha sonreído en esos duelos decididos en los últimos segundos.


Puede apelarse a la falta de seguridad y de carácter, al infortunio o la gestión desde el banquillo. Tal vez sea la suma de todos estos factores. Lo cierto es que, gota a gota, derrota a derrota, ha ido depositando un sedimento de inseguridad en la personalidad del bloque. Un círculo vicioso del que solo se puede escapar con el antídoto de las victorias.


El técnico zaragozano verbalizó su interpretación de los hechos. "Nos crecen los enanos. Hay circunstancias que no son normales. Aspectos del juego como un balón por el aire que se va y no es a tu favor o una pérdida cuando tienes el balón controlado, una decisión que en el otro lado… Cuando estás en la dinámica de perder todo cuesta más y hay un sufrimiento mayor", señaló.


Tras cerrar filas con unos "jugadores que están trabajando bien", Ruiz Lorente incidió en su conclusión. "Es verdad que a veces necesitas esa confianza, esa tranquilidad mental que te dan las victorias y en eso trabajaremos", apostilló.


Aunque a buen seguro su análisis interno será más severo que el externo –la situación así lo requiere–, la crisis de resultados demanda que se remuevan rutinas y actitudes. Tanto en el plantel como en el banquillo. Quedarse en el azar o en la mera dinámica no atacará el corazón del problema.


Hay nombres propios sobre la mesa. El más relevante, Chris Goulding. Sus prestaciones se han desplomado dramáticamente. En las últimas seis comparecencias acumula dos triples convertidos de 19 intentos y cuatro tiros de dos de 19 lanzamientos. Jason Robinson, otro estilete, camina por una senda errática pareja (ocho de 29 en tiros de dos y tres de 13 en triples).


La distribución de minutos y el guión del partido por parte de Ruiz Lorente se antoja demasiado cartesiano e inflexible. Ayer implementó toques novedosos, como la introducción de Sastre y Tomás en el cinco inicial o la reubicación de Lisch como escolta. Sin embargo, mantuvo su estricto equilibrio de roles, con Rasko Katic como víctima más destacada. Sus 13 minutos se revelan escasos para la capacidad del serbio para lastimar el potente juego interior del Sevilla.


Roma y Murcia deben plasmar esta vuelta a los valores primigenios de este proyecto. Prolongar los vicios sería suicida. Un mandamiento del manual de Pat Riley puede arrojar un poco de luz en este túnel: "No puedes elegir el modo de perder, pero sí puedes elegir cómo recuperarte para ganar la próxima vez".