El caspolino Víctor Rivera gana con solvencia el Rally Intercontinental y revalida los triunfos de 2013 y 2014
El aragonés, además de dominar en la general, ha sido el piloto que más etapas se ha llevado, un total de cinco.
El caspolino también celebró la victoria de su equipo, el Club Aventura Touareg, en la clasificación general por equipos. Era la segunda vez que Rivera competía a lomos de su KTM 450 respaldado por el club español. El aragonés había corrido en su primer año 2013 sin la ayuda de una marca detrás, lo que sumó mérito a su primera hazaña. En este su tercera edición, la experiencia y el conocimiento de los terrenos africanos le han valido para dominar con firmeza, y de principio a fin, la competición. En el podio le secundaron su compañero de equipo Antonio Valero y el también español Julián José García (Merino 3).
El aragonés, además de dominar en la general, ha sido el piloto que más etapas se ha llevado: cinco. Ganó en la segunda, en la tercera, en la quinta, en la sexta y en la décima, lo que le convirtió en el participante con más triunfos de etapa. No se pudo coronar, sin embargo, en la llegada al Chinguetti en el noveno día, una de las rutas que afrontaba con mayor ilusión por su extravagancia una ciudad perdida semioculta por la arena y porque era una de las variaciones del recorrido de este año. Sí se impuso en las metas de Merzouga, Tata, Doujdour, Dakhla y Akjoujt. También pudo proclamarse en la llegada a Bon Lanuar, en la octava etapa, aunque su ya amplia ventaja en la general le condujo a conservar fuerzas. Cedió ante Julián Merino.
Desde entonces, el medio centenar de participantes la mayoría de nacionalidad española, austriaca y checa recorrió 6.000 kilómetros hasta llegar ayer al Lago Rosa. Fueron 14 etapas, sin día de descanso de por medio. Una heroicidad al alcance de pocos que tuvo como paisajes Marruecos, el Sáhara occidental, Mauritania y Senegal. El rally encaró el desierto por el este y los pilotos soportaron las temperaturas extremas propias del clima, tanto por el día como por la noche.
Al final, el esfuerzo tuvo recompensa por tercera vez para Víctor Rivera, un enamorado del París-Dakar que ha encontrado en el Intercontinental su idilio perfecto con el motor.