Cuando el ayer es hoy

El periodista y colaborador de Heraldo de Aragón, Mariano Gistaín, ofrece en el Palacio de Montemuzo 80 imágenes del Archivo Municipal, la vida misma de una ciudad que siempre late.

Colas para la vacunación contra el brote de cólera ante el Paraninfo, entonces Facultad de Medicina, el 20 de julio de 1971
Cuando el ayer es hoy
Gerardo Sancho

A Mariano Gistaín, lo que más le impresionó al bucear por el archivo fotográfico del Ayuntamiento de Zaragoza fue esa sensación de ciudad que nunca se detiene, "que pueden pasar muchas épocas, pero que permanece; su continuidad. La ciudad es siempre la misma, y de ahí se debe el título de ‘Inmortales’ de la exposición. Porque lo ves ahora, que estamos en un tiempo malísimo, y te das cuenta de que siempre se sobrevive". Periodista y colaborador de Heraldo de Aragón, ofrece en el Palacio de Montemuzo 80 imágenes del Archivo Municipal, la vida misma de una ciudad que siempre late. Y lo hace a través del alma de su gente, con su movimientos, con sus miradas y sonrisas; con sus hechos cotidianos y hoy ya olvidados, a través del guardia de tráfico junto a sus aguinaldos?; la entrega de viviendas en el barrio Oliver (1954), preludio de lo que han sido los sorteos de VPO. Es la cara de la Zaragoza real, acotada en el tiempo, tan solo desde comienzos del siglo XX hasta 1975; perdida en la memoria, como esa playa bajo el Pilar, y tan cercana, casi de ayer, de 1975 cuando ya rozábamos la nueva España y que hoy nos parece imposible.


Porque el tiempo y su rapidez da vértigo y nos hace olvidar esos recuerdos pegados a nuestra niñez, como los vendedores de la Romareda, de 1966; o su inauguración, en 1957; o las fiestas de gala en La Lonja; o el paso a nivel de la Avenida de Madrid y sus continuas inundaciones.... Olvidamos hasta quién fue Christian Barnard, el médico sudafricano que realizó con éxito el primer trasplante de corazón en el mundo y que vino a explicarlo a Zaragoza en 1969, cuando hoy hacemos casi a diario multitrasplantes y somos los más generosos del mundo en la donación de órganos.


Fijadas en el tiempo


Cuenta que durante meses ha visto la ciudad en blanco y negro, con ese cariz que toma la cotidianidad más evocadora. Porque, dice, "el Archivo Municipal de Zaragoza es un tesoro. Además de las fotografías, las publicaciones de la hemeroteca y otros documentos, contiene las Actas municipales desde el siglo XII, el día a día, la continuidad institucional y vital de una ciudad: las farolas, el agua, las fiestas, los vehículos, las industrias y los desvelos de las generaciones. Preserva las imágenes para siempre y es lo que más se parece a esa inmortalidad que la ciudad ostenta como el mejor de sus títulos". Solo trabajó con las imágenes ya digitalizadas y en internet accediendo a su catálogo virtual, en el que están disponibles 50.000 de las más de 250.000 que conserva. Y le sorprendió una realidad parada en el tiempo, siempre viva, la que corre en sus calles, plazas o edificios que ya no están; o esa familiaridad que da el rostro mil veces visto, siempre próximo, vecino, que en realidad desconoces y que el visitante busca y encuentra, congelada su sonrisa y su mirada en un instante irrepetible. Pero también memoria perenne, como Eduardo Rodríguez Torres, jugador del Zaragoza en 1943-44, o el torero Fermín Navarro en la Ofrenda...


La exposición refleja lo que fue un tiempo próximo, como persistente recuerdo de lo que somos y lo que seremos. Por todo ello, hace hincapié en la gente, que es la que da vida a un papel inerte. Y es que esa es, precisamente, la grandeza de la fotografía, del arte de la imagen, que capta el instante y el sentimiento, lo congela y lo trasmite igual de forma permanente, obviando el siempre cambiante y caprichoso tiempo.