El gran negocio

Las farmacéuticas venden el medicamento que cura la hepatitis C casi cien veces más caro de lo que cuesta. Muchos piden el tratamiento, pero solo los más graves lo recibirán.

"Si un medicamento se considera un gran avance, la norma es que la farmacéutica que lo ha desarrollado cobre un precio obsceno. Abusa de ese modo el monopolio que la sociedad le ha otorgado". El científico Peter C. Gøtzsche critica con contundencia a la industria farmacéutica en su libro ‘Medicamentos que matan y crimen organizado’. Y lo hace porque la conoce a fondo, tras más de 30 años al frente de ensayos clínicos y regulación de medicamentos en estas empresas. Gøtzsche pone como ejemplo el sofosbuvir (Sovaldi), medicamento para la hepatitis C, cuyo coste es de 200 euros pero que se vende a más de 20.000, lo que supone casi cien veces más su precio inicial.


Hay en España más de 500.000 afectados por la hepatitis C, la mayoría contagiados en los sesenta y setenta por transfusiones e inyecciones. "Hemos sido una población silenciosa, de la que nadie hablaba. Y si la enfermedad ha salido ahora a la luz y se han producido manifestaciones, encierros y protestas es por ese gran negocio, un doble negocio que realizan las farmacéuticas y los partidos políticos que quieren sacar tajada de la situación", resume Luis Miguel Barrachina, presidente de la Asociación de Trasplantados Hepáticos de Aragón (AETHA). "Estamos viendo manifestaciones para exigir a Sanidad que financie el Sofosbuvir, y tienen razón. Ojalá se pudiera dispensar a todos, pero no se pueden gastar de golpe 20.000 millones de euros, ni hay hepatólogos suficientes en España.

Además, tampoco todos ellos lo necesitan ahora mismo. Solo si se hace de forma ordenada se podrá tratar a todos", señala Barrachina, que predica con el ejemplo: infectado por la hepatitis C hace ya 50 años, el virus le llevó a necesitar un trasplante y hoy en día ni siquiera está en la lista para recibir el medicamento. "Porque creo que hay que ser solidario. Claro que me gustaría tener el tratamiento, pero considero que otras personas lo necesitan más que yo, que pueden morir si no lo toman ya.".


De los 500.000 españoles infectados de hepatitis C solo 150.000 han sido diagnosticados. Eso se debe a que la enfermedad es lenta y tarda décadas en manifestarse. En Aragón, de los 13.700 portadores, solo 4.800 están diagnosticados. ¿Quiénes recibirán este valioso tratamiento? De esa decisión se encarga en Aragón el Grupo de Asesoramiento de Atención Especializada, con dos farmacólogos, dos infectólogos y dos hepatólgos. Uno de estos últimos es Miguel Ángel Simón, que destaca la necesidad de "priorizar con criterios médicos. En los que progresa la enfermedad más rápido, se tratará más rápido:los infectados de VIH, los que vayan a recibir un trasplante y los que han sido infectados en una época ya avanzada de su vida. El resto se tratará más adelante".


Simón y Barrachina admiten que hay "una contradicción" en este plan de Sanidad, porque "si se pudiera tratar a todos cuanto antes, se evitarían muchas complicaciones posteriores. Es cierto. Además, cuanto menos daños hay en el hígado, mayor eficacia tiene el nuevo tratamiento", destaca Simón. Y esta opinión abandera Carlos Sanz, expresidente de la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos (FNETH), y que luchó contra la hepatitis C durante diez años hasta que logró curar el virus hace una década. ""En mi caso tuve que someterme al tratamiento con interferón, con muy fuertes efectos secundarios que no todos pueden tolerar. Ahora tenemos la suerte de contar con fármacos mucho más eficaces.

Y eso crea alarma social actual, porque otros ciudadanos se preguntan si esta situación no sentará un precedente, si en el futuro otros tratamientos también serán denegados porque cuestan muy caros. Aquí hay tres elementos a tener en cuenta: uno, que lo humanitario es curar cuanto antes y al mayor número de personas; dos, que existe un medicamento que está inventado y disponible; y tres, que a la larga ese desembolso económico va a ser un ahorro". Según Sanz, "se está pensando de manera cortoplacista, porque exponer a los enfermos a un trasplante es más caro a la larga. Un trasplante cuesta hasta 120.000 euros, a lo que se suman los 20.000 euros como mínimo que cuesta atender a estas personas".