Natalia Zapater, piloto de avión

"Me da más respeto conducir un coche que pilotar un avión"

Para esta zaragozana, la vida se pasa volando. Desde ahora, como primer oficial de vuelo en una de las cinco compañías aéreas más importantes del mundo.

Natalia Zapater, en la cabina de un Fokker 100, antes de despegar en el aeropuerto de Libreville (Gabón)
Natalia Zapater: "Me da más respeto conducir un coche que pilotar un avión"

En la aviación no hay muchas mujeres al mando de un avión…

Al menos sé de otras dos aragonesas que también pilotan. En España cada vez somos más, desde que abrió el camino Betina Kadner, logrando modificar el reglamento que no permitía a las mujeres entrar en la aviación comercial. He tenido la suerte de conocerla: es una persona increíble.


¿Todavía hay quien se sorprende al ver a una mujer al mando?

He vivido de todo estos años, y eso me ha dado más fuerza. He tenido que oír: «Si sé que pilotaba una mujer, no subo al avión». En esta profesión, solo por el hecho de ser mujer, tienes que demostrar aún más tus aptitudes. Hay países que no conciben que en la aviación haya mujeres más allá de las azafatas.


¿De dónde viene su afición por las alturas?

De pequeña tenía muy claro que quería volar. Primero intenté ingresar en el Ejército, pero no me dieron muchas facilidades, así que opté por formarme como auxiliar de vuelo en la academia Lesma, en Zaragoza. Mi hermano César también se preparó allí. Después trabajé en Iberia hasta que decidí ser piloto, en 2005.


Además de ser una profesión exigente, supone un gran esfuerzo formativo. También económico...

Invertimos mucho en nuestra preparación, más que un controlador aéreo. Además, cada avión tiene su habilitación, que es un curso específico que también hay que pagar.


¿Cómo fueron sus inicios como piloto?

Decidí alternar mi trabajo de azafata con la formación como piloto en la escuela de Cuatro Vientos. Tres años después, obtuve la licencia y me fui a Estados Unidos para completar horas de vuelo. Cuando volví, piloté en varias compañías nacionales hasta que en 2010 me trasladé a Gabón, para trabajar en las líneas aéreas de aquel país.


Y ahora se marcha a Qatar. ¿No le gustaría regresar a España?

Durante mi estancia en Gabón, he ido preparándome para las pruebas de ingreso en Qatar Airways, una de las cinco compañías aéreas más fuertes del mundo. La situación en España es muy complicada. En Iberia hay huelga de pilotos, las compañías ‘low cost’ también hacen gala de su bajo coste en los salarios que pagan a sus empleados... Hay que salir fuera, no queda otra.


Y ¿cuál será su cometido allí?

Me incorporo como copiloto de un Airbus 320, con conexiones a Europa, India, Tailandia, Seychelles y Maldivas, como destinos principales.


¿Qué condiciones debe tener un piloto para manejar un avión?

En esta profesión hay que ir por delante, anticiparse a lo que pueda suceder con serenidad. Ante una emergencia, la experiencia de haber viajado por todo el mundo te hace estar más pendiente.


¿Ha pasado por alguna situación de peligro durante un vuelo?

Bueno, alguna tormenta fuerte pero, en general, los sistemas aeronáuticos son muy seguros. Aunque recuerdo que una vez tuve que hacer un transporte militar en África, con explosivos en la bodega y soldados armados como pasaje.


¿Es difícil pasear por las nubes y vivir con los pies en la tierra?

Si uno no tiene ataduras es más fácil. En mi caso, quiero desarrollarme en esta profesión todo lo posible. Trabajo en la oficina con las mejores vistas del mundo. En tierra... me da más respeto conducir un coche que pilotar un avión.