INTERNET

"En las redes sociales acabas siendo una marca, y eso puede afectar bastante a la vida personal"

José Antonio Redondo, experto en nuevas tecnologías, analiza en un libro 'el fenómeno Facebook'.

Han llegado para quedarse. Las redes sociales dan respuesta al deseo de exhibicionismo y voyeurismo, y a la necesidad de comunicarse, potencian la socialización e incluso los negocios, pero empiezan a imponer la tiranía del deber estar: la no pertenencia ya implica pagar un precio.

Es la visión del experto en nuevas tecnologías José Antonio Redondo, que ha analizado el fascinante universo de las redes sociales en el libro 'Socialnets. La insospechada fuerza de unas aplicaciones que están cambiando nuestras vidas y nuestros trabajos' (Editorial Península).

En los últimos tiempos se viene avistando la punta del iceberg de este fenómeno gracias al ingente éxito de Facebook, Twitter o Linkedin, aunque son muchas otras las redes existentes, herramientas que agrupan a casi mil millones de personas y cuya implantación es tan frenética (apenas una década) que no se puede comparar siquiera con hitos históricos como la aparición de la imprenta o el teléfono.

Pero ¿por qué han cambiado las redes sociales de manera acelerada nuestra forma de conocer y de relacionarnos?

Para Redondo, el quid radica en que ayudan al individuo a socializarse, y a su vez a reafirmar su identidad, a definirse. El experto ha asegurado que se invierte mucho tiempo en estar en contacto con el grupo social a través de la red, algo que va en detrimento de la interacción cara a cara: "Se dedica más tiempo a las redes sociales que a las antiguas relaciones sociales", y eso se traduce en relacionarse con más gente, pero por internet. Desde 1987 se ha multiplicado por dos el número de horas destinadas al uso de aparatos electrónicos, mientras que se ha reducido la interacción física.

La actitud en las redes sociales es como un "baile de máscaras", cada uno asume un rol -exhibicionista y participativo o espectador y voyeur-, aunque el experto matiza que las personas suelen mostrar unas características veraces. Eso sí, una cosa es ser sincero y otra muy distinta reproducir con fidelidad todos los rasgos de la personalidad. Es lo que Redondo llama marca personal: "Al final acabas siendo una marca igual que puede ser Coca Cola o cualquier músico famoso. A un nivel más discreto, claro está, pero te haces una imagen".

Esa proyección "puede afectar bastante" a la vida personal y profesional, por eso el experto recomienda gestionar con mimo tanto la información personal que se publica como los contactos y las opciones de privacidad que se aplican a los datos.

La seguridad es uno de los riesgos que aún no han resuelto las redes sociales, por eso no está de más ser cautos, pero además esa situación de vulnerabilidad propicia que las marcas comerciales puedan acceder a datos personales, una situación que convierte a los usuarios, de alguna manera, en "mercancía".