SEMANA SANTA 2009

El bombo más grande cumple 15 años

José Ubé, junto al bombo que construyó hace 15 años. La obra le costó un año de trabajo y algunos miles de las antiguas pesetas
El bombo más grande cumple 15 años
JORGE ESCUDERO

"Tengo el certificado del Récord Guinness y la factura de las 15.000 pesetas -de las de 1994- que me cobró el notario por verificar las medidas". Así zanja José Ubé cualquier duda acerca de si el bombo que construyó en su taller hace 15 años es el más grande del Planeta confeccionado con pieles naturales.


No fueron solo las 15.000 pesetas del notario. Ubé, carpintero y campanero de la ciudad de Teruel -este último oficio lo desempeñó desde que era un crío-, echó un año de trabajo para construir el tremendo instrumento de percusión, de 2,24 metros de diámetro y 1,34 metros de altura.


Casi lo más difícil fue encontrar pieles de animal -vaca o toro- de tamaño suficiente para cubrir uno y otro lado del bombo. Ubé y sus hijos, muy aficionados a la tradición del tambor y el bombo en Semana Santa, dieron con ellas en Valencia, pero el material había venido de Suiza. "En el bombo no verá nadie ni una costura ni media", resalta el artesano.


Tampoco fue fácil trabajar con pieles tan grandes. Ubé tuvo que fabricar una bañera especial de madera donde poder mojarlas para que perdieran rigidez y obtuvieran las características necesarias. "Fue un capricho que me resultó caro. Quise darles gusto a mis hijos, que me propusieron construir el bombo más grande del mundo. Eso fue todo", concluye con gran modestia y cierta decepción.


Admite, no obstante, que, al final, la hazaña le ha traído compensaciones. Hace cinco años recibió un homenaje de todas las cofradías de Teruel, que le entregaron una placa conmemorativa. Además, se siente muy orgulloso de que su obra haya servido para dar renombre a su querida ciudad de Teruel. "Solo con ver la cantidad de fotos que la gente se hace junto al bombo cada Viernes Santo, tal día como hoy, ya me siento muy satisfecho", confiesa.


El bombo más grande del mundo, de 85 kilos de peso, duerme, curiosamente, en una de las calles más estrechas de Teruel, la de San Benito. Ubé tiene allí un taller con un altillo donde queda depositado el bombo cada año tras la Semana Santa. Son necesarias al menos seis personas para hacerlo descender hasta el suelo. Su sonido, al golpear las mazas sobre él, es atronador. Ubé sonríe. "Solo quise hacer algo bueno por Teruel", susurra mientras acaricia la enorme piel.