Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Ante tecnologías que leerán la mente, el cerebro también tiene derechos

Ante el avance de la neurotecnología comercial, académicos y tecnólogos piden una regulación para proteger la integridad mental.

Tampoco el cerebro es el centro
Las neurotecnologías no deberían avanzar sin control médico
Pixabay

Un móvil sobre la mesa y una conversación privada. "Me quiero comprar un coche, ¿qué me recomiendas?". Al cabo de un rato, ese 'smartphone', al abrir un navegador, muestra publicidad de concesionarios y ofertas de vehículos. Una búsqueda en Google sobre zapatos y, de repente, anuncios sobre ellos. ¿Y si en el futuro son capaces de leer los pensamientos y hacer una oferta más personalizada? 

"La descodificación está todavía en su infancia, pero viendo el avance es imparable", advierte Rafael Yuste, prestigioso neurobiólogo y profesor de la Universidad de Columbia (Nueva York). "Ya se están descifrando cosas que hace un año eran impensables y sé qué se puede llegar a hacer", añade.

Las palabras de este científico español no son una amenaza, sino, más bien, un aviso. Yuste ha recorrido cientos de miles de kilómetros para advertir del peligro de la neurotecnología, "pero la que no tiene un fin médico", aclara. Estas herramientas aún no han llegado a la sociedad, pero poco a poco salen de los laboratorios de investigación.

"Hablo de cascos, bandas, diademas o, incluso, pulseras", aclara Yuste. Todas ellas miden y captan los impulsos eléctricos del cerebro y se están probando en oficinas, fábricas, granjas o aeropuertos para mejorar la productividad. "De momento, solo miden, pero ¿qué podrán hacer con esos datos en el futuro?", plantea Yuste. Este experto recuerda que hace unos meses, un neurocirujano en Estados Unidos con un implante intracraneal descodificó lo que una mujer paralítica quería decir, descifró sus emociones y sus gestos y creó un avatar digital. "Estos casos no me preocupan, porque necesitas un neurocirujano y por lo tanto se rige bajo el código ético de la medicina y, sobre todo, está regulado por las autoridades sanitarias", detalla Yuste. El problema es cuando no hay un médico entre medias.

Cuando este neurobiólogo dice que "sé de lo que se puede llegar hacer", lo confirma. "Hace 10 años nos dimos cuenta que con neurotecnología no solo podíamos descifrar lo que un ratón ve, sino que podíamos hacerle ver cosas que no tenía delante. Se convirtió en una marioneta", recuerda el neurobiólogo de la Universidad de Columbia. Fue en este momento en el que Rafael Yuste vio los peligros de esta tecnología. "Me di cuenta de que si eso se podía hacer en un ratón, el día de mañana se haría en un humano. Es cuestión de tiempo", asegura al otro lado de la pantalla desde su cuartel general. Ahí comenzó su cruzada para construir una reglamentación para proteger los neuroderechos.

Cinco neuroderechos

En 2019, Yuste y la profesora Sara Goering publicaron en la revista 'Nature' un artículo titulado 'Cuatro prioridades éticas para las neurotecnologías y la IA'. Dos años antes, Marcello Ienca y Roberto Adorno propusieron una serie de derechos para proteger a las personas de los efectos negativos de la aplicación de las neurociencias. Esto fue la base para la creación de la NeuroRights Initiative y la propuesta de cinco neuroderechos: el derecho a la identidad personal, el derecho al libre albedrío, el derecho a la privacidad mental, el derecho al acceso equitativo a las tecnologías de mejora y la protección contra sesgos en los algoritmos. "Queremos poner guardarraíles en la carretera para que la neurotecnología nos lleve al destino feliz sin tener efectos secundarios. Si tiene raíces científicas y médicas es bienvenida", añade Yuste.

Esta es la explicación que el neurobiólogo da en cada lugar donde se le pide opinión. Unos de los últimos que escucharon esta argumentación se sientan en los escaños del Congreso de los Diputados. "En España hay una Carta de Derechos Digitales, está también la Declaración de Valencia y la de León", detalla. Sin embargo, todas son declaraciones de intenciones. "En términos de legislación no se ha hecho nada", advierte. "La Agencia Española de Protección de Datos tiene entre sus objetivos promover la regulación del tratamiento de los neurodatos y los neuroderechos, especialmente en el ámbito de los servicios dirigidos a menores debido al alto impacto que un uso inadecuado puede tener en su neurodesarrollo", responde el organismo presidido por Mar España.

En una sesión a puerta cerrada, Yuste junto con Pascual-Leone, Mavi Sánchez Vives (ICREA) y Liset Menéndez de la Prida (CSIC) explicaron a 25 diputados de todo el arco parlamentario las bondades y los riesgos de la neurotecnología. "Duró más de hora y media y mostraron mucho interés", señala el neurobiólogo español. "La sensación es positiva, porque la sala estaba llena y justo coincidió con el estallido del 'caso Koldo'", advierte.

Al neurocientífico no le asustan las dificultades de la política española para alcanzar consensos: lo ha logrado en entornos políticos tan polarizados como Chile, Brasil, México y Estados Unidos. En el primero, incluso, propició una reforma constitucional y llevó a los tribunales a suspender la comercialización de una diadema con sensores diseñada por Emotiv que, según la compañía, el usuario podía utilizar para obtener todo tipo de métricas de rendimiento. "En España tenemos varios pasos dados, pero me gustaría que España se involucrara con legislación y regulación", apunta Yuste.

De momento, el Gobierno ha puesto en marcha el Centro Nacional de Neurotecnología, es un centro pionero en España y Europa creado para el desarrollo de herramientas tecnológicas basadas en los fundamentos del cerebro humano. ¿Y la regulación? La AEPD recuerda que "los datos neurológicos o neurodatos, cuando están asociados a personas identificadas o identificables, son datos personales y, por tanto, su tratamiento debe cumplir con lo establecido en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD)".

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