Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Plástico en el océano: problemas más allá de los pellets

Más de cinco décadas antes del reciente vertido, un estudio en ‘Science’ alertaba de la presencia de pequeñas bolitas de plástico desperdigadas por aguas marinas. Un problema de fondo que impacta en los ecosistemas y en la salud humana.

Pellets de plástico procedentes del vertido del Toconao, sobre la arena de la playa Grande de Miño, en Coruña.
Pellets de plástico procedentes del vertido del Toconao, sobre la arena de la playa Grande de Miño, en Coruña.
Cabalar / EFE

Los pellets, pequeñas bolitas de plástico, llevan años llegando a las costas españolas, incluso en lugares como las Islas Canarias. Ahora, el vertido procedente de uno de los seis contenedores que cayeron al océano Atlántico desde el buque Toconao, el pasado 8 de diciembre, ha puesto de actualidad un problema a veces olvidado.

Según la ONU, se calcula que la cantidad de plástico en los océanos es de entre 75 y 199 millones de toneladas. Cada año llegarían al mar unos 8 millones de toneladas de desechos plásticos, equivalente a unas 800 torres Eiffel. Además, se prevé que esta cifra de residuos anuales se duplique en 2030, respecto a 2016.

Cada año llegan al mar unos 8 millones de toneladas de desechos plásticos. Se prevé que esta cifra de residuos anuales se duplique en 2030, respecto a 2016

Por su tamaño, los pellets pueden ser confundidos con alimento y causar la obstrucción del sistema digestivo de los animales marinos e incluso su muerte. Según su composición, su plástico puede ser tóxico o adquirir la toxicidad a través de sus aditivos.

Además, estas bolitas actúan como esponjas. "Acumulan otros contaminantes disueltos en el agua que el pescado ingiere al comerse el plástico", explica Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC).

Los pellets representan un problema medioambiental muy grave. El Toconao perdió unas 26,2 toneladas de pellets de plástico, repartidas en unos 1.050 sacos de 25 kg cada uno, según la Delegación del Gobierno en Galicia. El informe difundido por la Xunta indica que los pellets están compuestos por un 88-90 % polietileno (PE) y un 10-12 % de UV622, un aditivo químico utilizado como estabilizador de luz ultravioleta y clasificado como poco tóxico.

Si bien el polietileno no es tóxico de por sí, grupos como el Ecotox de la Universidad de Vigo realizan ensayos para comprobar la inocuidad del aditivo en organismos marinos, dado que no hay datos experimentales.

Predecir dónde irá el plástico

"Sería ideal identificar dónde están los sacos que todavía no se hayan roto para intentar evitar que el grado de contaminación sea mayor. Si se rompen menos sacos, menos pellets se dispersarán", señala Eljarrat.

Pero no es una tarea fácil. Pedro Montero es el jefe de la Unidad de Modelado Oceanográfico del Intecmar, centro adscrito al plan Territorial de Contingencias por Contaminación Marina Accidental. Su equipo trabaja en la modelización de las corrientes para simular el vertido del Toconao y trata de acotar hacia dónde podría moverse el plástico.

"El modelo funciona muy bien para dar una visión general de lo que pudo suceder cuando los objetos cayeron al mar, pero una vez que llegan a la costa, empieza a fallar", explica el físico.

Estos métodos estadísticos son muy útiles cuando las condiciones iniciales y de contorno de un suceso están delimitadas. Por ejemplo, en vertidos de crudo o combustible. Y, al contrario, el equipo del Intecmar ha utilizado las simulaciones para identificar con éxito –hasta en dos ocasiones– a los responsables de vertidos en las rías gallegas. Sin embargo, el caso de los pellets es particularmente difícil por las características del contaminante.

"No sabemos si los sacos cayeron todos a la vez al mar o van liberándose del contenedor poco a poco. Tampoco si un saco tiene un agujero y tarda 20 días en vaciarse de pellets o se rompe en la playa… La realidad es que no podemos fiarnos del modelo. La mejor herramienta es la vigilancia de las costas", reconoce Montero.

El grupo de investigación de Ecofisiología de los Organismos Marinos del Instituto Ecoaqua de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria advierte del perjuicio que tiene para los ecosistemas marinos el vertido del Toconao.

La llegada de restos del vertido de pellets a Canarias podría producirse aproximadamente dentro de un año, según la valoración realizada por expertos del grupo de Oceanografía Física y Geofísica Aplicada, también adscrito a Ecoaqua. Esta estimación se basa en estadísticas de arrastre de este tipo de residuos en las corrientes de mar que llevan del punto del vertido a las islas.

"Canarias, por su condición de islas oceánicas, están expuestas a la llegada de todo tipo de basuras marinas, lamentablemente de forma regular. Los pellets no son una excepción, y no es raro encontrar este tipo de residuos plásticos en la arena de las playas o depositados entre las rocas. Es probable que alguno de los pellets del vertido de Galicia acabe alcanzando las costas de Canarias, pero para entonces lo hará como un elemento más de esas basuras marinas a las que tristemente nos estamos acostumbrando", asegura el investigador Miguel Borja Aguiar.

Pellets en la playa de La Pineda

Proceden del vertido del 8 de diciembre los pellets encontrado en playas de Galicia, Asturias o Cantabria. Pero el origen de los hallados en las playas de Tarragona no es este vertido, sino su proximidad al Complejo Petroquímico de Tarragona, según informa Maldita.es. Estos microplásticos llegan a esta zona de Cataluña, admite la Asociación Empresarial Química de Tarragona y señalan el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico y organizaciones ecologistas, por pérdidas durante su fabricación, transporte y reciclaje. Después, las lluvias arrastran los pellets hasta ríos y rieras, desembocando en el mar, donde las corrientes marinas y el viento los llevan a la costa. La playa de La Pineda, en el municipio de Vila-Seca, es uno de los puntos históricamente más afectados por estos microplásticos. Los tres últimos informes del Perfil Ambiental de España (2020, 2021 y 2022), elaborado por el ministerio, reconocen que la playa de La Pineda es "la que recibe la mayor proporción de pellets, presumiblemente debido a su proximidad a una importante concentración de industrias del sector de la fabricación y transformación del plástico".

Los pellets de plástico –técnicamente conocidos como granza–, son bolitas de tamaño milimétrico que se utilizan como producto de partida para el moldeado de múltiples objetos. Una vez fundidos, producen un líquido viscoso y homogéneo (imaginemos el comportamiento de la miel) que se inyecta o vierte en moldes; tras enfriarse y endurecerse, adopta la forma final del producto que se quiera obtener.

Del pellet al pez y del pez al humano

"La contaminación por microplásticos es un problema que existe en todos los mares y océanos del planeta. Y también en los ríos", recuerda Eljarrat.

Cuando un pellet es ingerido por un pez, libera la toxicidad de sus aditivos en su organismo. Y el humano que se come ese pescado incorpora la toxicidad química que el pez tenía acumulada.

"Hemos hecho estudios de algunos aditivos que se suelen utilizar en los plásticos y hemos encontrado su presencia en pescados de consumo. Por lo tanto, nos está afectando también a nosotros", apunta Eljarrat.

Pero comer pescado es solo una de las vías de exponernos a estos contaminantes. Los microplásticos están en todas partes. Los respiramos, están en los procesos de producción alimentaria, los vestimos y acaban hasta en el desagüe de la lavadora.

"El pescado, por sí solo, no tiene niveles dañinos de microplásticos, pero debe minimizarse la exposición a las distintas formas de esta contaminación", advierte la investigadora.

Nicolás Olea lleva más de 40 años estudiando cómo afecta el plástico a la salud humana y contempla indignado que no se hayan tomado medidas más agresivas para limitar su expansión.

"No sé si una bolsa de polietileno (PE) produce cáncer. Pero los componentes de los plásticos y sus aditivos están relacionados con enfermedades como el déficit de atención, hiperactividad, autismo, cáncer de mama y de próstata, infertilidad, endometriosis…", explica el médico y catedrático de la Universidad de Granada.

Dado el ejemplo de la bolsa de plástico, si fuera abandonada en el medio natural, se iría descomponiendo en fragmentos más pequeños hasta convertirse en microplástico. Estas partículas ya se han encontrado en la placenta, la leche materna, los pulmones, los intestinos y otros órganos humanos.

"Podríamos recabar más información sobre el papel del plástico en procesos inflamatorios, inmunológicos o de pérdida de la permeabilidad de las membranas, pero ya hay suficiente evidencia. Cuanto más sepamos, más negativo se pone el panorama", reconoce Olea.

"Una vez en el medio marino, estas partículas se van a ir fragmentando en trozos más pequeños por el oleaje y por la radiación solar, y el material plástico es más tóxico cuanto más pequeño, ya que es más fácil que se introduzca en los seres vivos"

Recuperar el plástico, la única manera de eliminarlo

El vertido de pellets ha provocado una contaminación masiva por material plástico muy difícil de retirar. "Una vez en el medio marino, estas partículas se van a ir fragmentando en trozos más pequeños por el oleaje y por la radiación solar, y el material plástico es más tóxico cuanto más pequeño, ya que es más fácil que se introduzca en los seres vivos", declara al Science Media Center España Ethel Eljarrat, directora del Idaea-CSIC.

Los daños se producen por una exposición crónica y continuada. En los animales marinos pueden provocar dos tipos de problemas. Por una parte, los pellets pueden obstruirles el tubo digestivo y morir por inanición. Por otra, se puede producir "un daño químico, provocado por los aditivos que pueden ir asociados a estos pellets". Por ejemplo si llevan filtros solares, pues algunos de ellos pueden ser muy tóxicos. Incluso si se trata de compuestos más inertes, como el PET, "estos plásticos actúan como esponjas que acumulan otros contaminantes presentes en el medio marino".

Para poder eliminar el plástico de los océanos es necesaria su recolección. Este es el gran reto.

"La degradación biótica del polietileno (PE) –a través de microorganismos– es imposible. Es un enlace muy robusto. En el caso del PET, hay varias aproximaciones e incluso reactores en los que se introducen enzimas y reciclan sus componentes. Pero realizar estos procesos en el mar, por el momento es ciencia ficción", explica Auxiliadora Prieto, coordinadora de la Plataforma Temática Interdisciplinar SusPlast del CSIC.

El grupo de esta investigadora trabaja en un proyecto de bioplástico que al caer al mar aceleraría su degradación, aunque el desarrollo se encuentra en una fase temprana.

Pero las propiedades de los bioplásticos no son tan buenas como las de los derivados del petróleo. "El polietileno es un material excelente. Hay que ponerlo todo en una balanza", reconoce Prieto, profesora de investigación del CIB Margarita Salas.

Si los pellets del Toconao hubieran estado compuestos de plástico biodegradable, el impacto ambiental hubiera sido menor, quizás el material se degradaría solo en unas décadas. "Pero no puede ser que también acabasen en el mar", advierte la biotecnóloga. "Hay que ser estrictos en cómo se gestiona la economía del plástico, en cómo se transporta y cómo se evita que pase esto", concluye.

Reducir el uso del plástico, el único camino

Para evitar las graves consecuencias del plástico sobre el medio ambiente y la salud humana, expertos y ecologistas coinciden: la única solución es reducir su uso.

En la actualidad, la ONU negocia la creación de un instrumento internacional y jurídicamente vinculante que aborde el ciclo completo de vida de los plásticos. Con fecha límite de finales de 2024. Con el mismo objetivo nació ‘Vivir sin Plástico’, un proyecto de divulgación que fundaron Patricia Reina y Fernando Gómez en 2015. Desde entonces han reducido en un 98% el plástico que consumían. Reclaman que "todavía no existe una regulación de los pellets a escala nacional o internacional". Las asociaciones Good Karma Projects y Surfrider pusieron una demanda precisamente para esto, a raíz de la contaminación por plástico en Tarragona, comenta Reina. "Ahora los pellets son nuevos para mucha gente, pero el primer informe sobre contaminación marina, de 1972, ya los mencionaba", recuerdan.

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Apúntate y recibe cada semana en tu correo la newsletter de ciencia

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión