Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Desafíos globales

Varios límites del crecimiento global, a punto de colapsar

Una comisión científica internacional concluye que muchos de los límites de seguridad ya se han traspasado. El asunto del crecimiento viene de lejos.

Bajo la corteza del planeta Tierra se encuentran el manto, el núcleo externo y el interno.
Bajo la corteza del planeta Tierra se encuentran el manto, el núcleo externo y el interno.
Nasa

En la historia pasada también hubo límites pero no se llamaban así.. El asunto del crecimiento viene de lejos, por eso hay que escribir mucho sobre él. En este artículo vamos a tratar unas líneas generales hasta llegar al momento actual; acaso aventurar un futuro. Simplificando mucho, digamos que hasta el Neolítico la vida la marcaban las disponibilidades de la naturaleza, a veces dadivosa y en otras circunstancias muy tacaña. Los humanos eran pocos. Cuando crecían en número, y no en alimento disponible, emigraban o buscaban recursos donde fuese; a veces colapsaba todo el grupo y de él nada más se supo.

Pronto, apenas comenzado el Neolítico, el crecimiento (económico) -tener más y mejor recursos y organización productiva- se convirtió en una esperanza generalizada en los escenarios dispersos. Quedó como uno de los deseos universales, tanto a escala particular como social y colectiva. Seguro que allá por el Oriente Medio ya se peleaban hace casi unos 10.000 años por atesorar cosas, o si se quiere por evitar el naufragio alimentario. También por tener a buen recaudo lo que por entonces considerasen riquezas.

Cada época histórica ampliaba las ansias de crecimiento de la anterior. Qué decir de los griegos y romanos, que pelearon lo indecible para ser más poderosos. Se colapsaron los romanos como habían hecho antes los griegos. Un punto y aparte en la cultura occidental. 

Llegó y fue pasando la incomprendida Edad Media. Poseer también era un arma de guerra pues las provocaba por cualquier motivo. Cuando empezaron a escasear productos o surgieron otras apetencias, los occidentales se lanzaron -por tierra y mar- hacia lugares desconocidos para tener más. El Mediterráneo parecía en tiempos remotos un bazar con barcos fenicios y después genoveses llenos de tesoros. Marco Polo y la ruta de la seda casi fue una anécdota comparada con las ansias de riqueza de los descubrimientos/colonizaciones españoles, portugueses, ingleses o de las compañías holandesas. De nuevo se cumplía el axioma: los ricos ambicionan más y más riqueza, no quieren límites al crecimiento aunque de esta forma aumenten la nómina de gente pobre, fuera de su país e incluso dentro.

Un salto considerable se había operado: del trueque al comercio con sus normas mercantiles. Continentes explotados sin misericordia durante cientos de años: América del Sur, la maltratada África, amplias zonas de Asia, etc. El comercio mundial, siempre a favor de los ricos, consolidaba ya una parte de los flujos y estructura que tiene hoy. Al crecimiento lo llamaban desarrollo, sin límites para los poderosos claro. Alain Touraine se preguntaba si era lo mismo modernización social que desarrollo. Añadía el importante papel de las democracias bien gestionadas en el desarrollo endógeno. Porque, de lo contrario, los pobres seguirán expectantes pero recibirán apenas las migajas. Límites por abajo, pero poco por arriba. Los poderes de distinto signo pensaban solamente en sus patrimonios. 

Había pobres y sigue habiendo pobres, hasta en los lugares ricos. Sirva como ejemplo el informe de EAPN (European Anti Poverty Network) 'El estado de la pobreza 2023', que sostiene una reducción en los principales indicadores de desigualdad (tasa de riesgo de pobreza, carencia material y social severa, baja intensidad de empleo), pero mantiene que queda bastante por hacer.

La cosa mercantil seguía a lo largo de los siglos y las monarquías europeas se lanzaban a poseer y hacer ostentación de sus poderes. Los ecos de la revolución industrial que comenzó a finales del XVIII todavía resuenan. Ampliaron el comercio y se armó una red mundial de relaciones a favor de unos y en contra de otros. Los siglos XIX y XX trajeron depredaciones masivas de los países ricos en detrimento de los países pobres. Ciertas culturas religiosas no hicieron sino perpetuar las miserias de aquellas castas que, parecido a los ilotas griegos, eran algo así como la escoria social (tremenda afirmación).

Tiempos nuevos: antiguas inercias que no miran los límites

El resultado es que ahora somos muchos y solo alimentar a todos es una tarea muy compleja. Cuando Donella Meadows (1972) coordinaba una prospección del futuro en 'Los límites del crecimiento'), aquí un extracto, tuvo escasa escucha. Las naciones se encontraban en plena tarea de hacer crecer la actividad económica para incrementar su PIB. De paso, se supone que daban satisfacción a las demandas que los aumentos de población exigían. Durante mucho tiempo dominaba aquello que se publicitaba del PIB per cápita (una media maquillada con muchos ámbitos distantes y traidora con las desigualdades). Da a entender lo que correspondería a cada uno en la división global, pero todos sabemos que entre unos pocos ricos –personas o instituciones privadas- atesoran tanto como el resto de la población. El entramado capitalista no debía de sentir vergüenza, pues la máxima global se podría resumir en 'producir más y más para vivir mejor'

Los alientos del Banco Mundial y las sedes bursátiles sostenían el crecimiento, de algunos, sin límites. Parece un poco más acertado hablar del IDH (Índice de Desarrollo Humano), que valora otras cuestiones sociales (esperanza de vida al nacer, nivel de educación e ingreso per cápita en términos de paridad del nivel adquisitivo), aparte de la mera cuestión de dineros y producciones. Pero ni aun por esas nos acercamos a la realidad. En UN-iLibrary se puede ver la evolución y descargar los informes hasta el año 2021. El periódico 'Expansión' trae aspectos para una lectura más completa y se pueden consultar datos por países. Hay que leer el Informe de Desarrollo Humano 2021-2022, intervalo balanceado todavía más por la covid-19. Elaborado por EAPN, muestra un título explicativo de lo que viene detrás. 'Tiempos inciertos, vidas inestables: Configurar nuestro futuro en un mundo en transformación'. Se tiene una idea más acertada cuando se forma una idea conjunta que apela a los índices GINI o Arope.

La globalización ya merodeaba, pero irrumpió con fuerza de la mano de políticas liberales que pregonaban a los cuatro vientos la señora Margaret Thatcher y el señor Ronald Reagan entre otros, con muchos seguidores en todos países –España incluida-. Estas ideas de beneficio-riesgo de quienes tienen el dinero o gobiernan las bolsas transformaron todo el sistema de producción y consumo

La sencilla e incompleta síntesis que hacemos aquí no puede olvidar el llamado 'estado de bienestar', una idea mental que a nadie le disgustaba. Pero las cosas -las relaciones comerciales vía grandes empresas, estado o cultura ciudadana- han cambiado aquellos paradigmas poco consistentes, según ha demostrado la experiencia. 

Por entonces, el filósofo Z. Bauman ya advirtió de que el crecimiento solo hace más ricos a los ricos. Por poner un ejemplo publicado recientemente en HERALDO (28-9-23): la proporción de riqueza en vivienda que tenían en 2022 los hogares cuya riqueza neta era mayor que la del 90% restante pasó del 33,2% al 38,5%, un aumento de 5,3 puntos porcentuales. Cómo dice Y. Noah Harari en Sapiens a propósito del largo paso de animales a dioses “nuestro planeta, antaño verde y azul, se está convirtiendo en un centro comercial de hormigón y plástico”. A lo que por mi parte añadiría: el problema del crecimiento, de sus consecuencias y límites, es que el foco de la existencia global está en poseer y producir más y mejor, no en las personas. El buen vivir de las personas en su conjunto del que hablaba el expresidente uruguayo José Mújica no es una variable que se considere en primer lugar en los planes de crecimiento. Por eso las personas son las grandes perjudicadas cuando se sobrepasan los límites. 

Bankinter publicaba recientemente (agosto de 2023) que según el informe 'Global wealth distribution' de Credit Suisse & UBS, aquellos que tienen más de un millón de dólares (unos 915.800 euros) forman parte del 1% más rico del planeta. El artículo sobre reparto de la riqueza en el mundo no tiene desperdicio.

La ONU, con buena voluntad pero escaso seguimiento hasta ahora, animaba con su formulación de ODM (Objetivos de Desarrollo del Milenio) a poner la mirada en el desarrollo de los países pobres. En principio pensados para acabar con la pobreza y beneficiar a los más pobres. Aquí el análisis de logros que hacía la OMS (Organización Mundial de la Salud) en 2018. Las circunstancias vitales de muchas personas habían mejorado algo, pero no lo suficientemente ante los nuevos problemas que surgían. Sería por eso que desde la ONU se impulsaron los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Querían ser iguales para todos en su formulación de llegar a toda la gente. Pero están resultado disímiles en su logro de indicadores. Atención especial al núm. 8, que propone textualmente: "Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos".

Cuando se cumplían 50 años de 'Los límites del crecimiento'  de D. Meadows y otros, año 2022, se conocieron varios análisis y balances sobre el periodo. Merece la pena leer un artículo de 'Deia' y otro de 'Climática.lamarea'. Este con el elocuente título de 'Los límites del crecimiento: 50 años avisando'. 

Además de la complejidad económico-social en estos primeros años del milenio, la aparición de los fondos de inversión -depredadores de la economía global y poco dados a considerar los límites al crecimiento- trastocó las relaciones comerciales. De hecho, por poner solo un ejemplo, entre cinco compañías-fondos controlan el 90% de las grandes marcas líderes del comercio mundial alimentario. O como recogía HERALDO (10-9-23) de forma ilustrativa: 'El camino silencioso de los petrodólares para controlar las joyas de la corona'. No debe extrañarnos que Z. Bauman comentase en una entrevista, realizada hace ya 10 años, que vivimos en un mundo como de alquiler. Quienes detentan la riqueza, generadores de buena parte del crecimiento desaforado hasta llegar a los límites que atenazan nuestras vidas, les pasan sus efectos a los pobres, que tienen menos parte de culpa.

Los límites del crecimiento vistos desde la investigación sobre la realidad. ¿Preludio del colapso?

Hay señales de que las cosas del socioambiente no marchan como todos desearíamos. Muchos trabajos de investigación corroboran el presente y nos invitan a prever el futuro. Vienen publicándose algunos riesgos del medioambiente. 20minutos.es recogía recientemente que se había concluido el primer estudio sobre los límites del planeta, que advierte que "la Tierra está en peligro". Como resultado de esa preocupación de la ciencia, naciones y organismos internacionales en 2009 se establecieron nueve límites –entendiéndose por límites todo susceptible de empeorar bastante una situación particular o global-. Ahora mismo son considerados determinantes de la vida global: sustancias químicas artificiales y persistentes; capa de ozono; aerosoles atmosféricos; acidificación oceánica; flujos biogeoquímicos; cambios en el agua dulce; cambios en el uso de la tierra; biodiversidad; cambio climático. Publicamos recientemente en 20minutos.es una lectura crítica sobre los límites al crecimiento.

Estos límites comprenden a veces ámbitos diferenciados. Según las referencias consultadas, en 2009 solamente tres límites estaban superados más o menos totalmente y con mayor o menor intensidad. En 2015 eran cuatro y había aumentado la intensidad de los señalados. En 2022 eran 5 y 6 en 2023. Así pues la situación global del planeta había superado el umbral de lo permitido para vivir mucho tiempo en buenas condiciones. Advertía Diego Ferraz-Castiñeiras en su espacio Twitter que superar un límite no equivale a que se operen cambios drásticos de hoy para mañana. Sin embargo, advertía que ese umbral crítico puede traer consecuencias nefastas para las personas y los ecosistemas. Nos aportaba para la reflexión una frase/prevención de Johan Roscktröm, profesor entonces del Stockholm Resilence Centre de la Stockholm University que dice así: "No sabemos cuánto tiempo podremos transgredir estos límites clave antes de que las presiones combinadas conduzcan a cambios irreversibles".

Frente a la desmesura que puede llevarnos al colapso, algunos como Serge Latouche apuestan por el decrecimiento. No tiene desperdicio la entrevista que le realizó la Fuhem a raíz de la publicación de su 'Pequeño tratado del decrecimiento sereno'. Este filósofo y economista francés ya había publicado en 2008 'La apuesta por el decrecimiento. ¿Cómo salir del imaginario dominante?'. Reclama la liberación de la sociedad occidental de la dimensión universal de la economía. Critica, entre otras cosas, el concepto de desarrollo y las nociones de racionalidad y eficiencia económica. El proyecto del decrecimiento del que habla Latouche mantiene una doble filiación. Procede, por un lado, de la toma de conciencia de la crisis ecológica y, por el otro, del hilo de la crítica a la tecnología y al desarrollo. Pero, cuidado, cada una de sus raíces cuenta con una larga trayectoria en la historia de la humanidad y sus economías circulantes. Propone reflexionar sobre su afirmación de que la sociedad de la economía del crecimiento y del bienestar no origina una mayor felicidad al mayor número de personas. Es imposible porque se fundamenta la preeminencia de la caducidad. Esta se entiende tanto para las mercancías –usar y tirar cada vez más y antes, lo que aumenta rápidamente los desperdicios- como para las personas -excluidas o de 'usar y despedir'- visible en particular en los parados, desahuciados, indigentes y otros 'residuos sociales'. Propone una nueva redefinición de las 'tres erres' y su cambio por un proyecto político de la utopía concreta del decrecimiento apoyado en 'las ocho erres': reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, relocalizar, redistribuir, reducir, reutilizar y reciclar. Con toda probabilidad, la actuación continuada en esta dirección rebajaría considerablemente más de uno de los nueve límites antes mencionados. 

Para la gente de Economía solidaria hay muchas razones para decrecer. Proporcionan varias opiniones de S. Latouche, H. Daly y J. Martínez Alier para apoyar sus tesis. Sin embargo Paul Krugman señalaba en un artículo en 'The New York Times': ¿Decrecimiento? No gracias. Es posible crecer económicamente y ecológicamente. No se pierdan 'Los ricos están más locos que tú y yo'. Allí da un consejo para entender esto de los límites: el truco para saber si la sabiduría convencional y la opinión de los expertos están en lo correcto consiste en mantener el equilibrio entre un escepticismo excesivo y una credulidad excesiva.

Para entender este último postulado necesitamos conocer lo que opinan los críticos contra la sostenibilidad impostada. Andréu Escrivá escribía 'Contra la sostenibilidad' (Arpa, 2023), opción vital que sin nombrarla está detrás de este artículo. Antes había escrito 'Y ahora qué hago. Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción'. Cualquiera puede suponer que quienes saben de esto de los límites del crecimiento dudan cómo no van a cuestionarlo aquellas personas que están recibiendo contantemente invitaciones a la responsabilidad social más débiles que los reclamos para el consumo. Cómo no citar aquí un interesante artículo de Joaquín Estefanía en 'El País' sobre uno de los grandes pensadores de la economía global y la cuestión de los límites al crecimiento. Se titulaba de una forma relacionada con las inseguridades a las que antes hemos aludido: 'Las tesis de Piketty convencen, pero la desigualdad sigue venciendo'. Añadía el autor que su obra capital ha cambiado las ideas dominantes, pero la voluntad política continúa estancada. Quizás necesita tiempo, pero cada vez queda menos para que los límites del crecimiento paren los calendarios y relojes.

Pero, mira por dónde, la Unión Europea acaba de aprobar, a propuesta de la presidencia española, la nueva normativa Euro 7 de emisiones de coches. Lo cual supone una prórroga de los compromisos anteriores. Cuando los límites por las emisiones de carbono están en creciente riesgo, y nada o casi nada se dice del aumento del nitrógeno. Desanima un poco leer los titulares de un artículo firmado por Daniele Graso y publicado en 'El País' en el que explica que las empresas más contaminantes han conseguido más de un billón de euros en los mercados tras el acuerdo de París. Es más, parece que la investigación The Great Green Investment Investigation promovida por ese periódico junto con 'The Guardian' y 'Le Monde' ha concluido que “más de 400 bancos siguen contribuyendo a financiar la emisión de bonos para los nuevos proyectos de compañías de gas, carbón y petróleo tras el pacto para mitigar los efectos del cambio climático”. Además, ahora mismo se comenta que la UE encara una relajación sin precedentes en la normativa ambiental. Por eso la Agenda 2030 parece gripada según ISGlobal. Finalizamos este párrafo con una pregunta de difícil concreción:

Reflexionemos también sobre lo que afirmaba la profesora Katherine Richardson, de la Universidad de Copenhague, implicada en el estudio publicado en la revista 'Science Advances': "Sabemos con certeza que la humanidad puede prosperar en las condiciones que han existido aquí durante 10.000 años. No sabemos si podemos prosperar bajo alteraciones importantes y dramáticas". Debemos conocer más y darnos prisa pues “los impactos humanos en el sistema terrestre en su conjunto están aumentando mientras esto escribimos”. No se trata de manifestar si somos negacionistas, retardistas o activistas ante la apreciación de los límites planetarios. Se invita a mirarnos en el espejo del mundo. 

Aquí algunos hilos para profundizar en el asunto. Porque la Tierra se ha colocado fuera del espacio vital, casi seguro para mucha gente que ya ha colapsado o está a punto de hacerlo. Por eso algunos como C. J. González Serrano apuestan por recuperar el tiempo de la vida. En este momento, “en esta sociedad hiperproductiva, todas las actividades han quedado supeditadas a los estándares de la productividad”.  En Comunidad por el Clima hay noticias y opiniones más completas. En los gráficos se puede apreciar la evolución de los límites al crecimiento. En algunos casos la progresión hacia el peligro ha sido muy grande. Está a punto de estallar.

En cualquier caso, a pesar de que muchas cosas no van bien, el investigador de la ciencia de la vida Fernando Valladares, del CSIC, nos anima a que aprovechemos estos momentos de crisis o desánimos para recivilizarnos. Aquí otra entrada que postula la esperanza como acción. La salud global de la humanidad bien lo merece; el planeta nos lo agradecerá.

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