La policía alerta de un aumento de una ciberestafa con fotos eróticas sustraídas de redes sociales

Los delincuentes se apropian de imágenes que las víctimas suben a sus cuentas para crear perfiles falsos y estafar a terceros con un supuesto contenido sexual.

El acoso se produce a través de las redes sociales.
El acoso se produce a través de las redes sociales.
Pixabay

La dinámica es siempre la misma: unas cuantas fotos sugerentes de una chica ligera de ropa y un perfil con nombre propio acompañado de una serie de 'emojis' entre los que nunca falta la guindilla, que anuncia el contenido picante. "Si quieres ver más, pincha el enlace". Así empieza la 'ciberestafa erótica', como ya la conocen en la comisaría de Málaga.

Se trata de una modalidad peculiar, porque deja víctimas a ambos lados del fraude. El perfil desde el que se comete la estafa, el de esa chica atractiva que posa ante la cámara de su móvil (normalmente son selfis) en bañador o ropa interior, es falso. O al menos el nombre de la usuaria, que es claramente inventado. Las imágenes, en cambio, sí son reales.

Las fotos pertenecen a usuarias que las han subido voluntariamente a sus perfiles en redes sociales para que puedan verlas sus seguidores. Pero, cuando lo hacen, no son conscientes del uso que los ciberdelincuentes pueden dar a esas imágenes creando cuentas falsas que utilizan como gancho para estafar.

Ellas, las usuarias, son las primeras y también las principales víctimas del fraude por el uso ilegítimo de su imagen. "A veces ni siquiera son conscientes. Sólo lo descubren si alguien de su entorno se percata de ello y les avisa de que sus fotos están circulando por ahí en perfiles falsos", explica el inspector jefe Andrés Román, que es el responsable de la sección de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional en Málaga.

Los estafadores -o los ordenadores que programan, porque él cree que la técnica está "industrializada"- pueden crear decenas de cuentas falsas con nombres distintos y utilizando las mismas fotografías para sembrar la red. Con esos sugerentes perfiles como escaparate, empiezan a seguir a las potenciales víctimas -"en ocasiones, los mismos seguidores de las usuarias reales", añade Román- o les envían solicitudes de amistad.

Los perfiles falsos se diferencian de los auténticos en el contenido que publican y sobre todo en la información que aparece en la 'bio', ya que todas las referencias son de carácter sexual o al menos erótico. Y ahí, en esas líneas de presentación del perfil, se incluye un enlace que da comienzo a la estafa.

El jefe de la sección de Ciberdelincuencia aclara que ese enlace te redirige hacia una página de pago donde te ofrecen una suscripción para seguir viendo contenido "aún más caliente". Utilizan, incluso, estrategias comerciales del tipo "suscríbete por siete días, quedan 32 ofertas", o descuentos a los 10 primeros clientes, y llegan a insertar vídeos difuminados o pixelados donde se aprecia a una chica masturbándose como gancho para que abones la tarifa y puedas verlo sin filtros.

La segunda víctima de esta modalidad de ciberestafa, que según la policía va claramente en aumento, es el cliente o clienta que paga por ver y que al final no ve nada y, encima, ha proporcionado su tarjeta de crédito a un desconocido, lo que puede dar lugar a nuevas variantes.

La mayoría de los estafados no denuncia el fraude, advierte Román, generalmente por vergüenza, por pudor o para evitar que se entere su entorno. Además, suelen ser cantidades pequeñas, aunque el éxito del timo es su carácter masivo. Las únicas denuncias, pocas, corresponden a las mujeres cuya imagen ha sido utilizada. "Intentamos ayudarlas a eliminar los perfiles", concluye el inspector jefe.

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