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La importancia de cuidar el suelo pélvico: "Cada vez es un tema menos tabú"

Una zona perineal saludable y tonificada no solo evita las pérdidas de orina o incluso de heces. También permite una vida sexual más placentera. 

Fortalecimiento del suelo pélvico.
Fortalecimiento del suelo pélvico.
Freepik

Un día, caminando por la calle, estornudas y se te escapa un poco de orina. Ese acto íntimo, un poco vergonzoso, quizá te haga recordar que a tu abuela, a tu madre o alguna amiga también les pasa lo mismo. Por dentro piensas: bienvenida al club de las incontinencias. Porque a cierta edad, y con total desconocimiento, muchas personas te dicen que eso "es normal".

También te convences a ti misma de que “es normal” que a veces te cueste llegar al orgasmo, o que las relaciones sexuales te resulten dolorosas. O que sientas menos sensibilidad en la zona genital, o pesadez en la zona de la vagina. A veces pasa. Es “normal”.

¿O no?

Lo cierto es que estas situaciones pueden encender las alarmas y avisar de que algo no va bien “por ahí abajo”. Pero, ¿dónde, exactamente? En nuestro suelo pélvico, un conjunto de músculos y ligamentos que cierran el abdomen por la parte inferior del cuerpo y se encargan de mantener la vejiga, uretra, útero, vagina y recto en su posición adecuada. Y que en los últimos tiempos está reclamando un nivel de atención que antes, por desconocimiento, vergüenza, tradición cultural o por ser un tema tabú, no se le ha prestado en su justa medida.

“Cada vez más mujeres dejan de sufrir en silencio esta merma en su calidad de vida y buscan cómo poner remedio a estos problemas”, asegura Celia Falo, quien, como fisioterapeuta especialista en suelo pélvico, sabe bien cómo tratarlos. Mujeres de 60, 70 o incluso 80 años, pero también chicas en la treintena que se ponen en sus manos derivadas por sus urólogos, ginecólogos o matronas, dejando atrás el ‘qué dirán’ y apostando por su salud física, y también mental. “Es necesario que cada vez se hable más de la importancia de un suelo pélvico en buenas condiciones”, plantea Falo.

Pero atención, que estamos hablando de órganos pélvicos, tanto masculinos como femeninos. Que esto no son ‘cosas de chicas’, problemas asociados a los embarazos, los partos o la menopausia. Este grupo muscular se encarga de contener la orina, las heces y los gases, garantiza una buena postura corporal, evita el prolapso o caída de los órganos por efecto de la gravedad y, en el caso de los hombres, además permite mantener una erección. Y es que unos músculos que se encuentren en buen estado van a garantizar que las relaciones sexuales, las de todos, puedan tener lugar y sean más placenteras.

“Las mujeres hablamos más entre nosotras de estos temas, asumimos frases como ‘me meo de la risa’, normalizamos los anuncios de compresas para pérdidas de orina. ¿Pero los hombres? Para ellos sigue siendo un tabú enorme, y es necesario hacerles ver que hay solución, que no están solos”, indica la fisioterapeuta.

¿Por qué se debilita?

El suelo pélvico puede debilitarse por muchas razones. La primera de ellas la edad, ya que, al igual que en el resto del cuerpo, el envejecimiento propio del organismo hace que los músculos tengan tendencia a caer. También debido a la práctica de deporte de alto impacto como correr o jugar al tenis, hacer abdominales de forma incorrecta, el sobrepeso, toser, estornudar o reír muy fuerte o la genética, amén del embarazo y el parto. De hecho, el suelo pélvico después de dar a luz queda como al deshinchar un globo, aparentemente igual que antes porque vuelve a su forma anterior, pero las paredes de ese globo ya no tienen la misma resistencia. En el caso de los hombres, la cirugía prostática también puede ser causa de debilitamiento de la zona pélvica.

En nuestro día a día también podemos tener hábitos que no ayudan a la salud de esa zona del cuerpo. Celia Falo las revela: “A veces malacostumbramos a nuestra vejiga: la forzamos para expulsar hasta la última gota o hacemos pis ‘por si acaso’. Lo mismo al defecar, empujamos demasiado, o no tenemos ganas pero empujamos igual, por si sale algo. También perjudican ciertas formas de cargar pesos, o hacer determinados esfuerzos”.

¿Cómo mantener o devolver la salud al suelo pélvico?

“A la menor sospecha de que algo no va bien, consultar a un especialista”, indica Falo, tajante. Será quien evalúe el problema y dé con la tecla correcta para la recuperación. De nada sirven ciertos ejercicios o prácticas si no se sabe con certeza qué pasa exactamente.

“El suelo pélvico puede estar poco tonificado o, por el contrario, demasiado fortalecido y agarrotado, así que lo que le sirve a un paciente puede ser contraproducente para otro”, ilustra la especialista, que tiene un master el cuidados del suelo pélvico. Por ejemplo, las bolas chinas pueden ser útiles en un momento puntual, pero si existe muy poca tonificación en la zona molestan, e incluso llegan a caerse, lo que puede incluso llevar a la frustración o el abandono temprano del tratamiento.

Existe gran variedad de técnicas para contrarrestar los problemas en la zona, desde la electroterapia (un electrodo que emite una corriente eléctrica indolora que contrae la musculatura pelviana) al ‘biofeedback’ (un dispositivo intravaginal que monitoriza la fuerza y el tono del canal vaginal para crear pautas de entrenamiento), pasando por los clásicos vibradores para remontar el bajo tono muscular del suelo pélvico. “Son músculos muy agradecidos y tienden a corregirse con cierta rapidez, pero también hay que ser constantes. De nada sirve hacer el trabajo con el fisioterapeuta si después, en casa, no se hace nada”, indica Celia Falo.

También son indicados para estas patologías los pesarios, dispositivos que se colocan en la vagina y sirven para elevar y dar soporte recolocando el útero, la vagina, la vejiga o el recto cuando cualquiera de ellos ha descendido de su lugar habitual. Pueden llevarse con total normalidad y sin que se noten, e incluso mientras se mantienen relaciones sexuales.

¿Y qué hay del yoga o el pilates?

Muchas personas acuden a clases de yoga, pilates o hipopresivos para evitar, o paliar, problemas en el suelo pélvico. Es cierto que su práctica ayuda a llevar una vida saludable, por supuesto, pero no siempre son los ejercicios idóneos para estas patologías.

Patricia Gómez, monitora de pilates en un centro zaragozano, incide en que es un especialista quien tiene que decidir si son o no adecuadas para cada persona, pero para ella estas rutinas suelen ir bien porque son de bajo impacto. “No se salta mucho, no hay botes, y eso incide positivamente en la musculatura del suelo pélvico”, explica. Además, en estas clases se trabaja mucho la respiración diafragmática, que juega un papel muy importante en la salud de esta zona del cuerpo. “Respirar bien nos ayuda a coordinar el esfuerzo que estemos haciendo. Una respiración profunda consigue que el diafragma suba mucho, y con él el suelo pélvico”, ilustra Gómez.

Sin embargo, considera que no hay que obsesionarse y estar pendientes de él en todo momento: “Un suelo pélvico en buenas condiciones funciona automáticamente. Por ejemplo, si vas a estornudar, él solo se contrae y se prepara para el esfuerzo”, asegura. Lo mejor, continúa esta experta, es trabajar a conciencia el ‘core’, los músculos abdominales, lumbares, de la pelvis, los glúteos y la columna. Son músculos profundos que se trabajan mucho en la práctica de pilates o yoga y que ayudan a que el cuerpo se mantenga tonificado y bien sujeto.

Para ella, lo fundamental es tener consciencia de esa parte de nuestra anatomía, trabajar la propiocepción, observar nuestro cuerpo y saber identificar qué pide y en qué condiciones está. “Es necesario tener hábitos de vida saludables: vigilar el estreñimiento, no aguantarse el pis, cuidar la alimentación... Y tener orgasmos: van muy bien porque relajan la musculatura y logran que fluya más la sangre en la zona perineal. Cuanto mejor tonificada esté, mejores serán los orgasmos, y con más orgasmos, más tonificaremos la zona. Sola o acompañada. No hay excusa”, concluye Patricia Gómez.

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