Agustín lleva tinta en la sangre ...

El mayor coleccionista de bolígrafos publicitarios de España muestra su tesoro. Desde 1971 ha recopilado más de 36.000 piezas de 177 países gracia a su curiosa afición.

Su colección cuenta con 36.707 bolígrafos
Su colección cuenta con 36.707 bolígrafos
R. C.

Un bolígrafo que flota en el aire, otro en forma de lupa y uno más con la silueta de un tenedor. Son algunos de los bolígrafos que forman parte de la colección de Agustín Jiménez, un vecino de Ciudad Real de 68 años que en 1971 inició esta afición y que amplió de forma asombrosa a raíz de una baja laboral que le permitió disfrutar de tiempo libre.

Hoy, este ingeniero industrial jubilado de Renfe posee la colección de bolis publicitarios más grande de España -36.707 piezas-, gran parte de la cual se exhibe hasta finales de mes en la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real. "Todo empezó en 1971 cuando estudiaba en el colegio de los jesuitas y nos llevaron a Madrid para ver una feria de electrónica en la Casa de Campo. Algunos expositores nos dieron regalos publicitarios en los que venía inscrito el nombre o anagrama de la empresa", explica Agustín, que se llevó unos 30 bolígrafos de aquella feria.

"Poco a poco iba guardando bolígrafos por gusto pero sin pensar realmente en hacer una colección", confiesa este aficionado a quien pronto rondó por la cabeza la idea de «guardarlos todos en un cajón hasta que llegara mi jubilación para tener un entretenimiento después de mi vida laboral». Pero en 2006, una convalecencia por una baja laboral provocada por una operación de menisco le permitió disponer del tiempo necesario para tratar su colección. "Vi que era el momento de organizarlo todo por actividades, marcas, colores y países de procedencia", explica. Así hasta acumular 36.707 bolígrafos publicitarios de 177 países. Bolis que ha conseguido gracias a donaciones de gente de todo el mundo.

De la Casa Real a la NASA

En esta colección, que probablemente sea la mejor organizada y catalogada de España, destaca un bolígrafo que flota en el aire y que Jiménez llama 'boli volador'. El secreto es que "dentro tiene unas plataformas con imanes". También cuenta con bolis de la Casa Real, la NASA, el Centro Nacional de Inteligencia, marcas de detergentes ya desaparecidas y de Renfe y el AVE, pues su vida laboral ha transcurrido a diario durante 23 años entre Madrid y Ciudad Real.

En la exposición también llaman la atención bolis que simulan ser tubos de pomada, mecheros, trenes Talgo a escala, calendarios, balas y abrecartas. La muestra rinde, asimismo, homenaje al húngaro Lazlo Biro, que en 1938 "logró usar una lapicera a bolita con tinta viscosa y aceitosa, de secado rápido, que mejoró el sistema de bolita patentado por otro inventor en 1888". Biro, que se basó en sus observaciones como periodista de las tintas de imprenta de secado rápido, tuvo que huir de los nazis y patentó su invento en Argentina en 1943.

Había nacido el bolígrafo moderno que desplazó a la pluma estilográfica. Hoy, un español de La Mancha, Agustín Jiménez, es uno de los más grandes coleccionistas de este aún imprescindible objeto.

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