Jorge Gay presenta dos exposiciones en Barcelona y Bilbao

En la sala Dalmau se ofrece una retrospectiva de su producción y hoy inaugura en Lumbreras paisajes, oficios y retratos.

Dalmau: 'Ene el país del viento' de Jorge Gay
Dalmau: 'Ene el país del viento' de Jorge Gay
J. GAY

"La pintura es, también, jugar con los colores, pero es, sobre todo, ir a verte el alma. Otro tanto me sucede con la escritura, con la poesía. En ese lugar de ensimismamiento, de obstinación y de insistencia, que es el de la pintura y la escritura, trato de que la búsqueda no se note en el trabajo, tiene que parecer que hubiera pasado un ángel por allí y hubiera dejado el dibujo, el cuadro, el poema. Son muchas horas de trabajo, de filtrar y de decantar lo que sientes, y a la par de expresar lo que debe existir en forma de belleza", dice Jorge Gay, que es objeto de una retrospectiva en la galería Dalmau de Barcelona, desde el pasado 7 de abril, e inaugura este jueves una muestra en la galería Lumbreras de Bilbao

"En realidad, han sido la vida, el azar y la pandemia las que han provocado esta extraña coincidencia: casi tres exposiciones importantes en dos semanas", dice, porque acaba de cerrar ‘Los fugaces párpados’ en el Paraninfo.

La de Barcelona, que cuenta con una treintena de obras, es un compendio de su trayectoria. "Han recogido obras que ellos tienen y otras piezas de diferentes coleccionistas, y ha quedado un recuerdo de lo que ha sido mi trabajo en todos estos años. La primera vez que expuse en Dalmau fue 1993 y entonces vivía en París, y esa exposición la pinté allí". Agrega Jorge Gay que le trae trae muchos recuerdos que "son muy potentes" en su historia personal. "Siempre he procurado dar a la luz pintores que no fueran muy conocidos, y crear con ellos un relato, recomponer una historia posible a través de la pintura. Pienso en el ruso Boris Kustodief o el hondureño Pablo Zelaya. Los hallaba como en los aledaños de la historia, en los rincones del museo, en las pequeñas fotos de publicaciones, y si me emocionaba al verlos, cosa que sucedía, tenía que hacer un pequeño trabajo, Crear y hacer pintura con ellos", informa.

Algo que no ha dejado de hacer nunca; en ‘Los fugaces párpados’ del Paraninfo rendía homenaje a tres pintores aragoneses: Francisco Marín Bagüés, Fermín Aguayo y Luis Berdejo. Jorge Gay expuso tres veces más en Dalmau, en 2002, 2007 y 2013, obras de trasfondo metafísico y cubista, entre otras orientaciones. "He completado la retrospectiva con dos obras recientes", dice.

El paisaje, el relato, el mar

La exposición de la galería Lumbreras de Bilbao, titulada ‘Los fugaces párpados atravesando el mar’, y se distribuye en tres salas. El artista presenta los paisajes, las serie de oficios, la colección de 36 dibujos, que se vieron en una de las salas del Paraninfo, "y, como la exposición ha durado varios meses, he seguido pintando, y eso ha permitido juntar obra nueva, muy nueva, casi casi recién terminada".

Confiesa que en esa obra nueva abunda e insiste en "ese mundo del paisaje que yo construyo para que ser habitado. Son paisajes o situaciones en las que ocurre un relato, que es algo que me interesa. Quiero crear un mundo de luz con luz, un lugar para entrar en él y ser habitado. Hay un cuadro que se titula ‘Después de la tormenta’, de gran tamaño, que tiene un significado evidente, una connotación metafórica con lo que está pasando, pero aparece el arco iris, aparece un paisaje luminoso. Yo siempre procuro que el paisaje tenga muchos planos, que esté muy dibujado, que sea muy larga la mirada, y que sea un montón cosas o de ecos del pasado traído al presente para hacerlo futuro. Esa es la máxima de mi trabajo", observa.

A la par, despliega su poética. "Yo me baso mucho en la pintura que he visto, en lo que he leído, en lo que ido decantando y, como decía la poeta Ida Vitale, 'no se pierde sin castigo el pasado, no se pisa en el aire'. Me pareció que esos versos resumen el espacio que busco y que justifica la pintura misma, esa mirada antigua y ese gesto remoto que aparecía en mi obra en el Paraninfo".

Jorge Gay dice que busca la narración y la esencialidad, y que trabaja cada vez más desde la austeridad, y que esa sobriedad cromática, que se inclina hacia lo pardo y lo gris, no nace del drama ni del pesimismo.

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