Ana Bella Estévez Jiménez de los Galanes: "Amé a mi marido hasta poner en peligro mi vida"

La presidenta de la Fundación Ana Bella participó en una jornada del Colegio de Enfermería de Huesca para hablar en primera persona sobre las mujeres supervivientes de malos tratos

Ana Bella Estévez, presidenta de la fundación, ofreció su testimonio en Huesca.
Ana Bella Estévez, presidenta de la fundación, ofreció su testimonio en Huesca.
Rafael Gobantes

Ha estado en Huesca dando testimonio de las mujeres supervivientes de malos tratos. Lo ofrece en primera persona, porque usted también es una víctima.

Sí. Una noche, en lugar de dormir con el hombre que me podía haber asesinado, decidí coger a mis cuatro hijos (de 1, 5, 8 y 10 años), meterlos en el coche e ir a la Policía. Estuve en una casa de acogida y al salir no tenía vivienda, ni trabajo, ni dinero. Además, estaba pendiente de la custodia de mis hijos. Lo que me ofrecieron fue una renta activa de inserción, entonces de 320 euros, y me vine abajo. No veía salida. Hasta que me di cuenta de que yo no era una víctima, era una mujer fuerte y tenía que utilizar mis cualidades para conseguir casa y trabajo.

¿Vivía en una jaula de oro?

Sí. Mi exmarido y yo vivíamos en Marbella, con mucho dinero.

¿Cómo dio el paso de crear la fundación?

Salí en 2002 en un programa de televisión, me llamaron muchas supervivientes y creamos la Fundación Ana Bella, una red de supervivientes que damos nuestro ejemplo positivo. Hemos ayudado a 20.000 a que rompan el silencio, empiecen una vida feliz y dejen de ser víctimas. La primera a la que ayudé, Leticia, se quedó en mi casa. Ella es psicóloga. Jamás pensé que una psicóloga pudiera ser maltratada. Pero también hemos ayudado a cirujanas, juezas, notarias o policías (mujeres entrenadas para reducir delincuentes). Cuando la mujer tiene un estatus más alto, está en una jaula de oro y vive el sueño de un amor romántico, ni ella misma se da cuenta del maltrato, y le da vergüenza asumirlo.

¿Qué más se puede hacer para evitar los asesinatos?

Es muy importante la ayuda de la gente de alrededor. Yo le dije a mi marido: "No sería mejor que nos separemos antes de que me sigas pegando". Me contestó: "Jamás te separarás de mí porque nuestro matrimonio es amor o muerte". Se compró un látigo porque decía que con la correa no le obedecía a la primera, y yo no me daba cuenta de que estaba siendo maltratada. A las niñas hay que enseñarlas a ser mujeres empoderadas, a quererse a sí mismas. Yo lo amé hasta dejarme pegar y poner en peligro mi vida, porque me olvidé de mí.

Las estadísticas sobre la actitud de los jóvenes parecen poco esperanzadoras. ¿Por qué?

Por eso mismo. Las niñas se dejan arrastrar por videoclips, por películas como ‘Crepúsculo’, en la que ella se deja matar por su amor, morder por un vampiro; o ‘Cincuenta sombras de Grey’, en la que se deja martirizar.

¿Y qué me dice de ellos?

Necesitamos más ejemplos de hombres que vivan en igualdad. Hay personajes públicos, ejemplos de éxito, que tratan a la mujer como un objeto, no la tienen como una pareja en igualdad sino como un accesorio más de éxito. Los padres tenemos que enseñar a nuestros hijos, evitar que caigan en relaciones abusivas camufladas de amor romántico. Si él me llama 50 veces al día, no es amor, es control.

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