¿Por qué los apellidos acabados en -ez significan 'hijo de'?

Nacieron en la Edad Media como fórmula para distinguir a personas con el mismo nombre.

Los apellidos nos etiquetan como miembros de una familia,
Los apellidos nos etiquetan como miembros de una familia,
Pixabay

La RAE define la palabra apellido como "nombre de familia con que se distinguen las personas", "sobrenombre o mote". Todos tenemos claro que el apellido complementa nuestro nombre y sirve, sobre todo, para diferenciarnos de las personas que se llaman igual que nosotros.

El origen de los apellidos es, por tanto, eminentemente práctico. La única manera de dstinguir a un Carlos de otro Carlos vecino del mismo lugar era añadir algo más, que ayudara a describirlo. Podía servir su trabajo (Carlos el Molinero), su lugar de origen (Carlos el Sevillano) o alguna peculiaridad física (Carlos el Delgado). También el nombre del padre se usaba con frecuencia como marca diferencial (Carlos, el hijo de Rodrigo).

Estos apellidos primigenios comenzaron a hacerse oficiales en la Edad Media, con la generalización de los documentos notariales. Así, los escribanos añadían a los nombres alguna característica del individuo. En un principio, quienes empezaron a emplear apellidos eran los miembros de la Iglesia y de las clases altas, pero poco a poco su uso se fue extendiendo a toda la población.

Ese fue el origen de los apellidos hereditarios, cuyo uso se extendió en torno al siglo XII.

En Navarra, León y Castilla, además, comenzó a usarse el sufijo -ez para indicar "hijo de". Así nacen apellidos tan comunes aún hoy como Hernández, Pérez, Rodríguez o González, entre otros.

En cuanto al origen de dicho sufijo, los etimólogos no acaban de ponerse de acuerdo. Según la 'Gramática' de Larramendi, el término tendría su origen en el euskera. Otros expertos descartan esa posibilidad y creen que el -ez (antes -iz o -is) es una herencia visigoda que procede del genitivo gótico y que, por tanto, denota posesión.

En cualquier caso, de lo que no hay duda es del significado del sufijo. Y si usted se apellida Hernández, en su árbol genealógico hubo un Hernando que, siglos después, sigue dando nombre a su familia.

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