Disciplina positiva: educar con amabilidad y firmeza

Es un programa diseñado para enseñar a padres y maestros a educar a los niños desde la firmeza y la amabilidad para que crezcan como personas responsables y respetuosas.

Nuestro objetivo es ayudarles a convertirse en personas responsables y respetuosas.
Nuestro objetivo es ayudarles a convertirse en personas responsables y respetuosas.
Pixabay

Por mucho que nos empeñemos, muchas veces, la educación de los hijos nos desborda y aparece esa amarga sensación de que, por mucho que lo intentemos, nada surte efecto con ellos. Alejandra García Pueyo, psicóloga, psicoterapeuta familiar y educadora de padres en disciplina positiva, nos explica que el primer paso que debemos dar es “entender cómo se siente nuestro hijo y lo que se esconde detrás de su mala conducta, para que nos resulte más fácil poder ayudarle”. Porque, según Alejandra, cuando un niño se porta mal es “porque no se siente bien” y es entonces cuando más necesita la ayuda y guía de sus padres. Y, en este sentido, es cuando hablamos de disciplina positiva: “un programa creado para enseñar a padres y maestros a educar a los niños desde la firmeza y la amabilidad, al mismo tiempo; para ayudarles a convertirse en personas responsables, respetuosas y llenas de recursos”, explica la psicoterapeuta, que nos introduce y aclara los puntos básicos de esta metodología:

¿Cómo surge la disciplina positiva?

El psicólogo austríaco Alfred Adler (1870-1937), que revolucionó las teorías de Sigmund Freud y creó la psicología individual, observó que las familias que educaban a sus hijos basándose únicamente en la amabilidad o en la firmeza tenían niños con problemas de conducta. “Adler y su discípulo Dreikurs -añade Alejandra- propusieron tratar a los niños con respeto, pero evitando la permisividad. “Amable y firme” es la consigna que aún hoy sigue vigente en el discurso educativo de disciplina positiva”. En 1981, con la publicación de su libro ‘Disciplina Positiva’, la doctora y terapeuta familiar Jane Nelsen, junto con Lynn Lott, comenzó a difundirla por todo el mundo.

¿Qué propone? Es un modelo educativo para entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar y gestionar su conducta con un objetivo claro: guiarles en su camino siempre de forma cariñosa pero firme, fomentando una relación respetuosa tanto para el niño como para el adulto.

¿En qué se fundamenta? La disciplina positiva se basa en la comunicación, el amor, la conexión, la cooperación y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares. Además, proporciona herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos -incluso cuando no es el adecuado- y reconducirlo con respeto, centrándose en soluciones e implicando al niño, dotándole de habilidades para la vida.

¿Confundimos ser amables con ser permisivos? Ser amable no significa complacer a tus hijos, protegerles y rescatarles de cualquier decepción, esto es ser permisivo. Ser amable implica ser respetuoso con el niño y con uno mismo. Por otro lado, la firmeza no equivale a castigos, sermones o cualquier otra forma de control. Cuando la firmeza se combina con amabilidad equivale a respeto por el niño, por nosotros y por la situación.

¿Qué estrategias utiliza? Algunas de las ‘herramientas’ que propone la disciplina positiva son:

Hacer preguntas que despierten su curiosidad. Fomentar acuerdos que se establecen en reuniones familiares. Ser consecuentes con lo que decimos. Ganarse a los niños en vez de ganarles. Alentar en vez de alabar y premiar. Centrarse en soluciones eliminando los castigos y las amenazas como métodos de control externo. Conectar antes que corregir. Aprender las metas equivocadas que están detrás del comportamiento del niño. Entender cada error como una oportunidad de aprendizaje… En definitiva, ser firmes y amables al mismo tiempo.Cinco criterios para una disciplina efectiva

Ayuda a los niños a tener un sentido de conexión (pertenencia y significado). Es respetuosa y alentadora (amable y firme al mismo tiempo). Es efectiva a largo plazo. Considera lo que el niño está pensando, sintiendo, aprendiendo y decidiendo sobre sí mismo y su mundo, y qué hacer en el futuro para sobrevivir o prosperar. Enseña importantes habilidades sociales y de vida: respeto, preocupación por los demás, solución de problemas y cooperación, así como las habilidades para contribuir en su hogar, su escuela o su comunidad. Invita a los niños a descubrir sus capacidades. Alienta el uso constructivo del poder personal y la autonomía.Como dijo Jane Nelsen: "La clave de la disciplina no es el castigo, si no el respeto mutuo" .

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