¿Por qué se nos pone la carne de gallina?

El frío, el miedo o las emociones nos erizan la piel.

Pelillos erizados y pequeños bultitos en la piel: así es la carne de gallina.
Pelillos erizados y pequeños bultitos en la piel: así es la carne de gallina.
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Es una sensación inconfundible: cuando tenemos frío o miedo y cuando nos emocionamos nuestra piel se eriza sin que podemos controlarlo.

Esa reacción es, en realidad, una herencia de nuestros ancestros animales. La piel de gallina se produce cuando se contraen los pequeños músculos que se encuentran en la raíz de cada pelo. Al encogerse, forman un pequeño hoyo, lo que hace que los pelitos se ericen y parezcan sobresalir.

Ese mecanismo es fácil de entender en las situaciones en que se producen por frío o por miedo: en el primer caso, al ahuecarse el vello -en un tiempo en que éramos homínidos cubiertos de pelo- se creaba una capa de aire aislante entre la piel y el exterior que ayudaba a mantener el calor. En el segundo, el pelo erizado nos hacía ganar volumen a ojos de un posible enemigo y, por tanto, ayudaba a intimidarlo y a evitar un ataque.

Ninguna de esas funciones tienen sentido hoy en día, pero siguen ahí, como recuerdo de la historia de nuestra especie.

En cuanto a la carne de gallina que provocan las emociones, esta es exclusivamente humana. Se produce cuando nuestro organismo segrega adrenalina, la hormona relacionada con el miedo, la lucha o la huida. Los seres humanos también producimos adrenalina ante las emociones más intensas, lo que hace que nuestra piel se erice cuando vemos una película bonita, cuando escuchamos una historia triste... o cuando la persona amada nos acaricia dulcemente.

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