"Ya hay más muertes relacionadas con las superbacterias que en accidentes de tráfico"

Andrea Muras acaba de publicar 'La guerra contra las bacterias', en la que aborda cómo se han hecho fuertes las superbacterias y por qué son peligrosas. El cambio climático no nos ayuda.

Recreación de bacterias en el cuerpo humano
Recreación de bacterias en el cuerpo humano
Pixabay

Están por todas partes, aunque no las vemos. Las bacterias son una pieza fundamental y esencial para la vida, incluso si muchas veces nos olvidamos de ellas. A las bacterias las asociamos a las enfermedades y a lo negativo, pero en realidad no son solo un problema sino también un elemento fundamental para la propia existencia humana. Y es uno para el que el cambio climático no es un buen aliado.

"La verdad es que todo en esta vida está relacionado y la vida empieza sobre las bacterias, que son la base sobre la que se sustentan el resto de animales", explica Andrea Muras, doctora en microbiología y que acaba de publicar con Alienta 'La guerra contra las bacterias'. "Nosotros no dejamos de ser otro animal. Si la crisis climática va a afectar a las condiciones climáticas, si todo va a ser alterado, también se van a modificar esas bacterias que son necesarias para que tanto la Tierra como el resto de seres vivos vivamos en unas condiciones óptimas", apunta.

En la lista de temores que despiertan las bacterias y su evolución hay un nombre destacado, el de las superbacterias. "Una superbacteria se diferencia simplemente en que los antibióticos -suelen ser varios- ya nos les hacen efecto. Son bacterias que cada vez es más difícil tratar, porque los antibióticos que tenemos actualmente ya no las matan", apunta.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? "¿Es culpa del ser humano? Sí lo es, porque digamos estamos haciendo que el proceso vaya como mucho más acelerado, aunque de forma natural también se pueden encontrar en la naturaleza", apunta.

Las razones son, como apunta Muras en su libro, bastante variadas. Por un lado, el abuso de antibióticos -y no solo en procesos como la automedicación, sino también en el uso excesivo en la ganadería o la agricultura (algo ahora muy controlado, explica Muras)- al que nos hemos entregado durante décadas no ha ayudado. Este uso excesivo ha acelerado la desaparición de las bacterias más débiles y el que se han ido quedando las más duras. Por otro, en la propia naturaleza ya existen superbacterias. "Se han encontrado en muestras de momias o muestras del pemafrost", ejemplifica Muras.

Las superbacterias se han convertido en un problema de salud importante, uno que entra ya en todas las quinielas de los grandes quebraderos de cabeza que marcarán el futuro. En su libro, Muras recoge una estimación que habla de que sus efectos podrían tener costes de mil millones de euros al año para los sistemas sanitarios globales.

Sin embargo, pensar en ellas solo como una cuestión del mañana es erróneo, porque ya están aquí. "De hecho, se estima que ya hay más muertes relacionadas con las superbaterias que en accidentes de tráfico, que es un dato bastante potente a la hora de hacernos a la idea", señala la científica, que también recuerda que ya matan a más personas que enfermedades como la malaria y algunos tipos de cáncer. "Sí, hay una gran cantidad de muertes que están asociadas a este tipo de bacterias, lo que pasa que no se suele hablar de ellas", indica.

Quizás, teoriza Muras, que no sea algo que vemos de forma tan cercana -como ocurrió con el coronavirus, por ejemplo, un virus del que cualquiera se podía contagiar- hace que la ciudadanía no lo tenga tan presente. "No tenemos esa sensación de peligrosidad", explica. Y, sin embargo, es peligroso: acabar con las superbacterias es un complicado puzle para la comunidad médica, uno para el que incluso se están recuperando soluciones que se habían abandonado hace décadas, como los bacteriófagos.

Y, nuevamente, aquí hay que hablar del cambio climático. ¿Va a hacer la crisis climática que el poder de las superbacterias o nuestro riesgo ante ellas aumente? Los expertos en salud llevan años alertando del problema que supone el uso de nuevos terrenos para la agricultura intensiva y del que es la pérdida de biodiversidad, porque abre nuevas amenazas potenciales. ¿Estamos también acabando con las bacterias buenas y abriendo la puerta a las, por así decirlo, malas?

"Exactamente", responde Muras. "Uno de los grandes problemas de la crisis climática va a ser la pérdida de biodiversidad", apunta. Las patógenas son solo "muy pocas en relación con todas las bacterias que hay a nuestro alrededor", indica, sobre un 1%. "Si perdemos por culpa de la crisis climática todas esas bacterias que nos ayudan a que crezcan las plantas o a que nuestro sistema inmune esté preparado, va a ser un problema", advierte. Incluso, este abrir nuevos campos al cultivo hace que podamos entrar en contacto potencial con nuevas superbacterias.

Además, no solo afecta a las bacterias estas grandes cuestiones, sino también otros problemas ambientales que muchas veces la ciudadanía percibe como menos relevantes, como la contaminación acústica o la lumínica. ¿Puede estar el ruido de nuestras calles, por ejemplo, afectando a la microbiótica intestinal? "Al final todo esto relacionado", recuerda la científica. "Y esos cambios ambientales van a afectar directamente a las bacterias que viven con nosotros o a través de nuestros cambios", añade la experta. "Eso hará, posiblemente, que las bacterias buenas desaparezcan de nuestro cuerpo y existe la posibilidad de que las bacterias, entre comillas, malas encuentren un hueco para infectarlos", explica.

La importancia de las bacterias

Pero la cuestión es mucho más compleja que una guerra contra las bacterias malas. En realidad, no se trata solo de qué ocurriría si nos quedamos con unas frente a otras, sino que, en líneas generales, vivir sin bacterias sería imposible. ¿Cómo sería el mundo si las eliminásemos todas?

"No sé si habría futuro", afirma, recordando la suerte de los animales que participaron en experimentos que querían mantenerlos estériles, libres de bacterias. "Los animales que no tienen esa colonización tienen una vida mucho más corta y muchísimo peor", advierte. "Nosotros no somos nosotros si no tenemos a nuestras bacterias", sintetiza. Para nuestro cuerpo es "como si le faltara algo".

En ese equilibrio, la separación cada vez mayor entre naturaleza y ser humano, esa que hemos perdido al encerrarnos en las ciudades, también es un factor para tener en cuenta.

"Hemos perdido esa capacidad de enseñarle a nuestro cuerpo los distintos tipos de bacterias que hay", indica la experta. Si en la infancia aprendemos cosas, también lo hace nuestro cuerpo. Es cuando reconoce "contra cuales tiene que luchar". "Ya existen estudios de que de que dicen que los niños que normalmente están menos expuestos a este tipo de microorganismos a la larga tienen más problemas de salud", indica. Eso tiene una potencial solución: si reverdecemos nuestras ciudades también ganaremos en nuestra relación con las bacterias.

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