Por
  • Toni Losantos

Negro

Mapa de la contaminación lumínica en España
Mapa de la contaminación lumínica en España
Light pollution map

Como el carbón, oye. Antes que el futuro, el propio mapa. A Conrad, desde niño, le intrigaban los mapas de África, esas extensiones entonces difuminadas, sin fronteras ni ciudades, sin ni siquiera accidentes geográficos. ¿Qué habrá ahí?, se preguntaba, ¿qué llenará ese vacío, ese corazón de las tinieblas?

No cabe hacerse la pregunta ante el mapa nocturno de la luminosa Europa; tal vez sí frente al de la España galopante –qué galope sin rumbo, también hay que decirlo, qué galope tendido–, sin embargo, es perentorio buscar el corazón nocturno de nuestro viejo reino. Asómate al ojo del satélite: más allá de la apreciable fluorescencia de Zaragoza hay algún punto de luz, quién sabe si casual, pero el negro, intenso y hasta oleoso, es el color del territorio. Negro como la boca del lobo, se decía antes.

Así de negro, va de analogías, era el carbón que salía de las entrañas de la tierra. Y la tentación de comparar estas tinieblas de la negra noche con los agujeros negros del espacio exterior parece inevitable. Hasta las metáforas nos llegan oxidadas, previsibles.

No hay que abusar: baste con la realidad, que de noche y de día nos dibuja un desierto demográfico. Más léxico: ‘desierto demográfico’, una bella expresión, un concepto inquietante: la densidad de la nada. Todo el discurso se pierde en las limaduras de la retórica. Veremos pancartas, organismos, fondos (¿qué grado de negrura le aplicamos a un fondo?), veremos ocurrencias, incluso propuestas, pero ese mapa negro y silente, esa paz espesa, como de cementerio, nadie la perturbará.

Clamo entonces: vengan hasta aquí todos los que huyen, de las hambrunas y de la dinamita; vengan los humillados, los despojados, los sedientos, incluso los rampantes colonos que roturan la tierra con fusiles; vengan los soñadores y los sátrapas. Aquí hay sitio para todos.

Pero no vienen. ¿Qué maldición late en la oscura pradera? A dónde vamos, si no vuelven ni los que se marcharon. Esta demografía no es un reto: es una esquela.

Toni Losantos es profesor de instituto en Teruel

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