Un año de la Ley Trans
En marzo de 2023 entró en vigor la Ley Trans y de garantía de los derechos LGTBI, que permite a las personas transexuales a partir de 16 años el cambio inmediato de género legal sin requisitos médicos ni psiquiátricos, bastando la voluntad manifestada y unilateral de la persona en un trámite ante el Registro Civil.
Su aprobación fue polémica por el riesgo de fraudes y la lesión a los derechos de las mujeres no trans. No deben cuestionarse los derechos de las personas disconformes con su sexo de nacimiento, pero la polémica sigue ya que, al no exigir otro requisito que la decisión unilateral, puede haber oportunistas para aprovechar las políticas de discriminación positiva hacia la mujer, como ha habido casos en este año.
Declararse trans puede conllevar beneficios fiscales, ventajas de acceso a puestos de trabajo al ser contratado como mujer y no como hombre por las bonificaciones a empresas; acceder a becas especiales para personas trans, a ayudas por emprendimiento que fomentan la integración femenina en la empresa y a empleos públicos como policías, guardias civiles, bomberos, etc., con baremos físicos más bajos como mujer; tener derecho a todas las ventajas que por ser mujer incluye el pacto de Estado contra la violencia de género, no poder ser denunciado como hombre por violencia de género; poder cumplir condena como maltratador en una cárcel de mujeres al cambiar de género en el Registro y muchas otras lagunas de actuación en el deporte aprovechando la ventaja física para competir como mujer en marcas inferiores a las requeridas para la condición masculina.
La mayoría de las solicitudes de cambio de género han sido de hombres, y sigue la duda primordial: si alguien con un sexo biológico masculino, una vez adquirido su certificado de género femenino, debe poder acceder a todos los programas y categorías pensados para mujeres biológicas. A parte de aprobar la ley, ¿el Gobierno no debería ayudar a resolver todos los problemas de picaresca e injusticias que su aplicación está ocasionando y marcar pautas claras para detectar los fraudes?
Magdalena Lasala es escritora, Premio de las Letras Aragonesas
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