Ataques entre Irán e Israel: Recuperar la diplomacia en Oriente Próximo
Israel ha materializado su represalia y ha atacado objetivos militares en la zona de Isfahán, en el centro de Irán, en respuesta al ataque persa del pasado sábado. Aunque no se conocen todos los detalles, el alcance ha sido limitado. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) ha confirmado que ninguna instalación nuclear ha sufrido daños. La comunidad internacional debe seguir presionando para imponer contención a ambos países. Es imprescindible reducir la tensión en Oriente Próximo.
Los hechos apuntan a que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha atendido los llamamientos a la contención de quienes le han ayudado a defenderse, sobre todo Estados Unidos, para no provocar una reacción iraní más fuerte que la del pasado fin de semana. Tel Aviv había anunciado a lo largo de esta semana que la inédita ofensiva de la república islámica en su territorio no quedaría sin respuesta militar, lo que generó el temor a una guerra regional abierta. La escalada tiene su origen en el bombardeo de un edificio consular iraní en Damasco, el pasado 1 de abril, en el que murieron siete miembros de la Guardia Revolucionaria.
Los regímenes de Teherán y Tel Aviv llevan años sumidos en una violenta dinámica de acción y reacción que incluye ciberataques mutuos, asesinato de científicos nucleares iraníes y secuestros de buques ligados a Israel. El cruce de ataques de la última semana no es, por tanto, el inicio de nada, sino más bien la continuación de un proceso que ha vivido una inquietante intensificación. No obstante, este último intercambio de golpes parece diseñado para evitar una escalada que lleve a una guerra total. Los aliados de uno y otro tienen que imponer ahora la diplomacia a la retórica belicista para frenar una espiral de funestas consecuencias.
