Primaveras

Primaveras
Primaveras
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Y otra vez estrenamos primavera y celebramos muchos cumpleaños. ¿Todavía no han llegado las golondrinas? Me asomo por las ventanas del granero esperando que aparezcan en cualquier momento. 

Reinauguramos las veladas en nuestra terraza arandigana. Encendemos muchas velas aprovechando que no sopla ningún viento. Los amigos traen vinos diversos, cosas ricas, bisaltos de kilómetro cero y ramos de rosas, lilas y lirios. Ya no bebemos como antes, ni gintonics ni otros destilados. En eso se nota que nos hemos hecho viejos, que son ya muchas primaveras. No podemos evitar hablar de enfermedades, de pruebas médicas, de achaques varios, hasta que tomamos conciencia de que es más interesante hablar de viajes y recordar antiguas anécdotas que nos hagan sonreír. Y antes de ir a dormir, colocamos toda la vajilla en al lavaplatos. Cuando éramos jóvenes vivíamos la noche como si no hubiese un mañana. Ahora sabemos que por la mañana temprano se agradece que todo esté ya recogido.

Nuestro hogar, que es nuestra guarida, cada día es más importante. Me acuerdo de Carlos Boyero, que en sus memorias ‘No sé si me explico’, dice que ya casi no sale de casa, con lo que él ha sido, y que los libros y las películas son su refugio, y sus queridos amigos. A sus setenta años no ha renunciado sin embargo a sus ideas y opiniones, y admiro esa fidelidad a sí mismo, esa valentía en contra de lo políticamente correcto: "Al menos, intento ser honesto y no mentirme nunca a mí mismo". Cuando termino su libro, leo sus críticas cinematográficas más recientes y constato que sigue siendo un valiente. Lo veo claro, lo importante es no bajar el pico. Por la ventana veo una pareja de golondrinas.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Cristina Grande en HERALDO)

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