Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

Dame veneno

Hemiciclo de las Cortes de Aragón
Hemiciclo de las Cortes de Aragón
Oliver Duch

Como si fuera la canción de los Chunguitos, esa que decía "Dame veneno, que quiero morir...", los políticos de uno y otro signo se han venido afanando desde hace meses en la demolición del adversario, aunque eso suponga, por la vía de la desafección ciudadana, la autodestrucción propia. Y cuando el asunto parecía estabilizarse, como las enfermedades crónicas, en estas que llega un carrusel electoral, con tres comicios en dos meses que empujarán el termómetro de la crispación a nuevas temperaturas. Mientras se agitan los gritos de guerra, ¿qué puede salir mal?

Nada de lo que ocurra al País Vasco el próximo domingo (atentos a que el expresidente Lambán advierte en sus memorias del riesgo real de la posible anexión de Navarra vía disposición transitoria cuarta de la Constitución) y en Cataluña el 12 de mayo nos es ajeno. Aragón se perfila no solo como "pieza de estabilidad y seguridad" en el norte de España como solía decir otro ex, en este caso Marcelino Iglesias, sino como previsible sujeto de los agravios que puedan acarrear los pactos en sendas comunidades, en los que el PSOE se presupone decisivo y de los que dependerá en último extremo la estabilidad del Gobierno central.

Si las catalanas y las vascas tienen su relevancia por su impacto en la política estatal y por la deriva que pueden adoptar estas dos comunidades, que no dejan de competir por proximidad geográfica con Aragón, las europeas permiten dos lecturas. Los resultados en Aragón servirán para medir la salud electoral del novedoso bipartito PP-Vox que salió de las urnas en las pasadas autonómicas. Pero también para saber si la amnistía y las cesiones a los independentistas pasan factura al Gobierno de Sánchez y empujan las expectativas del PP de Núñez Feijóo.

Y mientras esto pasa, un político aragonés elucubraba hace unos días con unas nuevas elecciones generales en verano, vinculadas a un resultado endemoniado de las catalanas. O una repetición electoral en Cataluña, por eso de mantener la tensión casi a perpetuidad. Eso sí que tendría veneno.

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