Café, por favor

Café, por favor
Café, por favor
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No me siento un apasionado del café. Lo demando como refugio matutino o como recurso social en encuentros de mayor o menor confianza. Pero nunca he sido capaz de acomodar el ritmo de mi vida a esas alternativas ni ordenarme en función de los parones que se hacen excusas para disfrutar de una taza. Que aderezan el placer de una cita.

Tampoco he sido muy exigente y no logro apreciar el aroma y el sabor de sus distintas variedades. Por eso, no me ha costado adaptarme a la solicitud de mi médico de acomodarme en el modo descafeinado. Con el que, por otro lado –supongo que desgastado mi gusto por los años de fumador– no he sentido diferencia alguna. Lo que admira a mi compañía, alistada entre los más sólidos abogados de la cafeína.

A su lado, me conduzco sin convicción por las alternativas y sucedáneos que brinda la vida, por territorios virtuales que aspiran a jugar a hacer real lo irreal. En una ruta que se inicia en la nutrición y me conduce por parajes que se estacan en una forma de entender el vivir. Me enredo en los vericuetos de una sociedad edulcorada y sin verdaderas alternativas, que intenta suplir por entre la banalidad la raíz de lo verdadero. Que ha consumido y vaciado el sentido de la familia, raíz fundamental del entramado social, y esquiva el aprecio por la vida, para convertirse en una sociedad narcotizada por la aparente normalidad de elegir la opción de la muerte antes y después de nacer. Y vuelve la cara a sus niños y a sus mayores.

Oteo ese peregrinaje descafeinado y descolorido, que muestra sus carencias en el discurrir desnortado de lo que de verdad importa. Envuelto en la superficialidad y en la comodidad del ignorante no saber, sin más intención de compromiso que el de un puñado de apetencias de recorrido escueto y caprichoso. Desconectados del ánimo trascendente que brinda sentido y contenido a la voluntad desordenada.

Así que ya acomodados en la terraza desoigo los consejos de mi facultativo y enciendo la sonrisa de mi compañía: "Corto de café, pero de café café…". ¿Para todos café? Para el que quiera.

Miguel Gay Vitoria es periodista

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Miguel Gay en HERALDO)

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