Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

José Javier Rueda: Adicción inconfesable

Trabajadores en una cadena de montaje.
Trabajadores en una cadena de montaje.
Pixabay

Mantiene desde hace varios años una adicción que últimamente intenta ocultar porque le avergüenza. De hecho, hace un par de meses la abandonó de forma radical. Sin embargo, acaba de sufrir una crisis y ha vuelto a engancharse. Lo ha hecho a escondidas para no perder la solidaridad cariñosa de sus amigos y compañeros de trabajo. Había recibido tantas felicitaciones por su fuerza de voluntad que teme decepcionarlos.

Sea como fuere, hoy ha sentido que su compañera en la cadena de montaje le observa con una inquietante mirada de suspicacia. No ha dicho nada, pero esos ojos verdes ya no trasmiten empatía sino censura. No es solo ella. En la pausa para el almuerzo, también ha percibido algo extraño entre sus colegas de bocadillo. Ha notado que le tratan de forma diferente, entre el desprecio y la piedad, como se hace con los exrehabilitados. Incluso su jefe de equipo le ausculta como a quien bordea la ludopatía.

Tanto recelo capta que opta por encerrarse en el baño y telefonear a un camarada para compartir su desazón con él. Solo quienes comparten la misma flaqueza son capaces de entenderse. La llamada no le tranquiliza, pero le insufla suficiente arrojo para volver a su puesto y seguir con su trabajo a despecho de tanta mirada inquisitorial. Gana aplomo y recupera su identidad perdida. Entonces, intenta recordar quién ha sido durante los dos meses de abstinencia y vislumbra a un tipo calcado a él, que imita sus gestos y que ocupa su puesto en la cadena, pero que no es él. Está tan excitado por este reencuentro consigo mismo que levanta la cabeza y sostiene las miradas de todos. «Lo asumo, soy ‘sanchista’».

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