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  • Editorial

El autócrata del Kremlin consolida su poder

El presidente ruso y candidato presidencial, Vladimir Putin, se reúne con los medios de comunicación en su cuartel general de campaña en Moscú
El presidente ruso Vladimir Putin
NATALIA KOLESNIKOVA / POOL

Obtenida bajo un régimen de poder personal que ha ido cercenando en Rusia, drásticamente, el pluralismo político y las libertades cívicas, la victoria electoral de Vladímir Putin, impúdicamente aplastante, no pude valorarse como el resultado de un proceso democrático. 

No han sido elecciones libres. Pero Occidente debe tomar nota de que Putin ha conseguido aprovechar la guerra desatada por él mismo en Ucrania para consolidar su gobierno.

Los gobernantes de los países democráticos han coincidido en señalar que los comicios celebrados en Rusia el pasado fin de semana no han sido elecciones libres, sino una farsa, de previsible desenlace, organizada por un régimen que ya no esconde su despotismo. Putin solo ha recibido la felicitación de dirigentes populistas o de dictadores. Y la propia dimensión de su triunfo, con el 87% de los votos a su favor, algo casi imposible en una sociedad abierta, se convierte en un indicador del fraude perpetrado. No hay que desconocer, en cualquier caso, que buena parte de la sociedad rusa, bajo la presión de una constante propaganda, ha asumido el discurso irredentista de Putin y, ante la guerra que se libra en Ucrania, ha cerrado filas con un líder que se presenta como adalid de un resurgimiento nacional. La invasión de Ucrania, en la que Putin ha visto frustrada su intención de dominar por completo ese país, le ha servido en cambio para justificar su política y, controlando las consecuencias económicas de las sanciones impuestas por Occidente, afianzar internamente su poder. Putin se ha asegurado la presidencia de Rusia hasta 2030 y se desvanece cualquier expectativa de un posible cambio de régimen en un futuro próximo. El autócrata del Kremlin seguirá proyectando su sombra amenazante sobre sus vecinos y, en primer lugar, sobre el destino de su propio país y de sus ciudadanos.

El reciclaje de basura orgánica como abono

Zaragoza podría, como hacen otras ciudades, reciclar su basura orgánica –restos de alimentos, por ejemplo– para producir abono. El primer intento de introducir el contenedor marrón, donde se depositarían estos residuos, se llevó a cabo en 2018 solo en algunos barrios, pero no cuajó. Ahora el Ayuntamiento quiere desplegar ese quinto contenedor por toda la ciudad. Convendrá acompañar la medida con una buena campaña de concienciación.

Una nueva etapa para la clínica El Pilar

La veterana clínica El Pilar, con más de ochenta años de actividad sanitaria y bien conocida por muchos zaragozanos, cerró sus puertas el pasado verano a causa de los problemas financieros de la sociedad propietaria. Ahora las instalaciones son adquiridas por otra empresa, Vitalia, que cuenta ya con varios centros de mayores en Zaragoza, lo que permitirá reforzar los servicios sanitarios con los que cuenta la capital aragonesa.

El papel de la esposa del presidente

Una empresa acordó subvencionar actividades dirigidas, en una universidad privada, por la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez Fernández. Y no mucho tiempo después, esa empresa recibió una considerable inyección de dinero público. Aunque la Oficina de Conflictos de Intereses, dependiente de un ministerio, no aprecie que hubiera ‘conflicto’, la circunstancia requiere alguna aclaración por parte de Pedro Sánchez.

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