El efecto Middleton

Kate Middleton y el Príncipe Guillermo en los premios Bafta
Kate Middleton y el Príncipe Guillermo en los premios Bafta
Reuters

Esta semana, varias importantes agencias de prensa, entre ellas Reuters y AP, retiraron una fotografía de la Princesa de Gales, Kate Middleton, con sus hijos, facilitada por el palacio de Kensington con ocasión del Día de la Madre en el Reino Unido. 

El episodio parece abundar en la idea de que un nuevo ‘annus horribilis’ se cierne sobre la familia real británica, que por lo demás ha demostrado que se mueve con soltura entre los escándalos. Tal vez eso se explique en la confianza regia en el tiempo y sus efectos balsámicos, como por otro lado habría de ser natural en una monarquía tan antigua.

Es llamativo, no obstante, que sean las evidencias de una burda manipulación digital de la foto –al parecer sobre inocentes detalles– los que han removido las conciencias profesionales de las grandes agencias de información. Hay que aplaudir, por supuesto, que se apele a un código ético que impide distribuir imágenes que no respondan plenamente a la realidad, pero en los tiempos de la inteligencia artificial y las redes sociales esto delata una cándida extravagancia, que no deja de serlo a pesar de su latente romanticismo. Todo ello podría resumirse en que la realidad dejó hace tiempo de ser lo que era y solo la tosquedad, incluso la ingenuidad en este caso, de su manipulación, puede servir para prevenirnos. Hay que admitir que la mayoría de las veces la ética ni siquiera puede llegar a comparecer en el análisis cotidiano de la información.

Es ya una obviedad afirmar la creciente dificultad de encontrar la verdad de las cosas. Si solo las sospechas de manipulación informativa, la impúdica utilización de los medios, fueran suficientes para rechazar la difusión de noticias, es probable que las secciones que abordan la política española tendrían que reducir su espacio considerablemente. La conclusión no puede ser otra que una inmensa desconfianza, que revela a su vez un grave fracaso social. El mejor reflejo de tantos recelos acumulados en esta España de hoy ha sido otra foto, una que nunca existió: el imposible homenaje conjunto a las víctimas del 11-M en su 20 aniversario. Una desesperanzadora señal de dónde estamos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Alejandro E. Orús en HERALDO)

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