Amor de por vida

Amor de por vida
Amor de por vida
Pixabay

Me manejaba con aplicación por entre aquellos pasillos del supermercado, con la cabeza perdida entre pequeñeces y las manos hábiles para acomodar en el carrito necesidades y caprichos. Que se amontonaban con la diligencia que exige la preparación del sabor algo especial que merece un día especial.

Nos cruzamos por casualidad en la línea de las carnes envasadas. Ella no me había visto, concentrada como estaba en elegir algún producto con el que completar su exigua demanda: "No es la compra grande, que me la suelen traer a casa", me dijo poco después, casi disculpándose. Le saludé llegando a su lado por sorpresa, tanto que se asustó antes de reconocerme, cuando deslizó una sincera sonrisa.

Mantenía con ella, con el matrimonio, esa relación de afecto que a veces la vida te ofrece con quien guarda un notable salto de edad, casi generacional. Que se recorta e iguala a base de trato y de afecto. Le pregunté por ella misma y por su marido, delicado y mayor; y me dijo con la pena en el rostro que habían tenido que llevarlo a una residencia, resolución dolorosa que le hería aún más cuando regresaba a casa. Todo se le caía encima cuando se hallaba sola, agotada después de haber desgastado lo que podía de día, según las normas de la residencia, a su lado.

Ahí se le tuerce el gesto y se le nublan los ojos, arrugada el alma de su llorar hacia adentro. No se detiene: "Pero, ¿sabes lo que me dice? Que esté tranquila porque él está contento. Y asegura con una sonrisa que es lo que toca vivir en este instante; y que no me preocupe y vuelva a casa serena".

Me cuesta reaccionar al tratar de asimilar esa muestra de cariño inmenso. Titubeo algo sin demasiado sentido antes de despedirme, cuando me solicita un beso. Y voy rumiando el ejemplo de ese matrimonio consolidado, todavía más unido en la distancia. Ya a la altura de las verduras, sin aclararme con nuevas compras, procuro darle dimensión a nuestro diálogo. Entiendo que, por encima de todo, ella aspire a devolverle a casa. Entrelazando de nuevo el camino que han compartido a lo largo de décadas.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Miguel Gay en HERALDO)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión