El feudo gallego
Galicia es, electoralmente hablando, el más asentado feudo del Partido Popular. Los populares han sido la fuerza más votada y con más escaños en todas y cada una de las once elecciones al Parlamento gallego celebradas desde 1981. Y hasta en ocho ocasiones han conseguido la mayoría absoluta.
Durante treinta y siete de los cuarenta y tres años de historia autonómica, el presidente de la Xunta ha sido del PP. Primero, Gerardo Fernández Albor, entre 1982 y 1987, que solo perdió el cargo porque la crisis de su partido y la defección de su segundo, Xosé Luis Barreiro, le pusieron en bandeja al socialista Fernando González Laxe el triunfo en una moción de censura. Pero el PP volvió por sus fueros, y con artillería pesada, en 1990, cuando Manuel Fraga consiguió la primera de sus cuatro mayorías absolutas y tomó posesión, de Galicia, más que meramente de su cargo, celebrado por un ejército de gaiteros. Tras el interregno del segundo presidente socialista, Emilio Pérez Touriño, entre 2005 y 2009, han seguido otras cuatro mayorías absolutas del PP, estas capitaneadas por Alberto Núñez Feijóo. Se comprende pues que si Alfonso Rueda, al que Feijóo pasó el testigo para irse a dirigir el PP nacional, perdiese la mayoría absoluta y por tanto el gobierno gallego, el golpe para el partido y para su líder sería tremendo. Pero los socialistas gallegos también tienen sus penas. Tras ser allí la segunda fuerza política entre 2005 y 2016, perdieron el puesto en favor primero de la coalición En Marea y luego, en 2020, del BNG. Y las encuestas indican que tendrán que seguir conformándose con ser terceros. Y que, si el PP no alcanza escaños suficientes y se forma un gobierno alternativo, los socialistas irán a remolque de los nacionalistas y se convertirán en el socio júnior de un gabinete presidido por Ana Pontón.
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