También el PP corteja a Puigdemont

Toni Comín y Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo, en 2020.
Toni Comín y Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo, en 2020.
Vincent Kessler / Reuters

Sí, al paso que vamos la indulgencia hacia el secesionismo catalán, sus delirios y sus delitos puede dejar de ser una muestra de la indigna excentricidad del sanchismo y convertirse en elemento central de la política de los dos grandes partidos nacionales. Como en tiempos lo fueron las componendas con la Convergencia de Pujol; solo que no es lo mismo, claro. La semana pasada el Senado aprobó una proposición de ley presentada por el PP contra la ocupación ilegal de inmuebles, y lo hizo con una benevolente aunque innecesaria abstención de Junts. Así que ahora hay en el PP quien se relame pensando en que, si Junts mantiene la misma actitud en el Congreso, Feijóo podrá colarle a Sánchez una ley desde la oposición. Todo un éxito y una demostración de que al Gobierno se le podrían meter goles. Pero eso sí, con el permiso de Waterloo. Los populares ya reconocen sin ambages que, antes de la fallida investidura de Feijóo, ‘hablaron’ con los de Puigdemont. Uno de sus dirigentes incluso se hizo el encontradizo con él en los pasillos de Bruselas. Y hasta tuvieron ‘sobre la mesa’ la cuestión de la amnistía, aunque les bastaron veinticuatro horas para darse cuenta de que era inconstitucional y rechazarla. Sagaces que son. Pero Feijóo, cuyo partido se revolvió en 2021, como tantos españoles, contra el indulto de los dirigentes del ‘procés’, ahora considera que sería posible indultar, aunque no amnistiar, a Puigdemont, siempre que se dieran ciertas condiciones. ¿Un cambio de opinión? ¿Hacer de la necesidad virtud? Hasta hay en el entorno del Partido Popular quien hace cábalas con la posibilidad de que los siete votos de Junts en el Congreso cambien de bando y lleguen a apoyar una moción de censura del PP. ¿Sería eso un modo de acabar con el sanchismo o sería establecer un sanchismo de segunda generación? En fin, la política produce perplejidades. Y aquí, ración y media. Los que decimos que Waterloo es hoy la capital de España exageramos, sí. Pero muy poco.

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