El limbo o la evasión

Pedro Sánchez, durante el pleno del Congreso reunido excepcionalmente en el Senado, que debate la convalidación de tres decretos del Gobierno con medidas para amortiguar la crisis
El limbo o la evasión
EFE/Rodrigo Jimenez

En un mundo marcado por la desconfianza, el optimismo resulta sospechoso y la queja irradia una inédita fascinación. Se olvida que la polarización, coronada como palabra del año en 2023 por la Fundéu, viene acompañada de múltiples y nutricias indignaciones y protestas.

Así es como se arrumban los consensos que algunos, con la suficiencia del fariseo, aseguran anhelar. Pedro Sánchez, lejos de intentar superarlo, mantiene la estrategia litigante y opositora que se diría impropia de un presidente del Gobierno, y es el primero en alimentar a la bestia. Por eso ha decidido poner en circulación la ‘fachosfera’, su personal candidatura a palabra del año. Es pronto aún, pero hay que aprovechar el eco que alcanza su discurso desde el palacio de la Moncloa, cuya habitabilidad se ha tornado tan incierta.

Entre la ‘fachosfera’ y el sanchismo militante no ha de quedar en España, según esta visión de sesgo ‘hooliganesco’, sino un espacio yermo, lo que viene a ser la Nada, como si el universo musical se ciñera a elegir entre la ‘Zorra’ eurovisiva y el ‘Cara al sol’ falangista, como acaba de apuntar el ingenio de Sánchez, y escuchar a La Ronda de Boltaña fuera una decisión extravagante que nos condenara al limbo. Resulta pueril y hasta penoso este afán que trata de constreñirnos y etiquetarnos, de dividir a la sociedad en provecho propio, sobre todo cuando se confronta con la realidad de las cosas.

Siempre cabe la evasión. Una evasión sin concesiones, renunciar a la polarización y ni siquiera reivindicar otro espacio. No solo escapan así los ermitaños. Wiesenthal cuenta la historia de Maurice Bouly de Lesdain, "misterioso personaje" que durante la ocupación alemana de Francia se dedicó a recoger musgos y fanerógamas por todo París, incluidos los urinarios de los Campos Elíseos, aparentemente ajeno a todo, hasta formar un magnífico herbolario. 

Hay muchos ejemplos en los que la incomodidad del ambiente favorece una brillante carrera profesional o artística. La tentación de evadirse es fuerte pero entre la resistencia cívica y la resignación indiferente aún es posible el equilibrio comprometido. E incluso, ¿por qué no?, un cierto optimismo: llega un momento en el que ya solo se puede mejorar.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Alejandro E. Orús)

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