Gloriosa medianía

Gloriosa medianía
Gloriosa medianía
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Como quiera que priman las materias áridas y, sobre todo, porque va de la niñez a la juventud, pasando por la adolescencia, la docencia en secundaria siempre ha sido, y con mucho, la más meritoria. También, cuando no era obligatoria, ni había pantallitas, ni jornadas continuas de seis o siete horas, y el profesorado era recibido en las aulas de pie y en silencio.

A las condiciones actuales se suman las propias de los ‘planes de atención a la diversidad’, dedicados a las ‘necesidades educativas especiales’ y, según la normativa, a la "individualización de la enseñanza", lo cual significa crear y aplicar ‘adaptaciones curriculares’ y otras ‘medidas de atención a la diversidad’, a las que se unen diversos ‘programas’ de ‘promoción de la permanencia’ y de ‘desarrollo personal y social’, y un largo etcétera de acciones debidamente burocratizadas. El fin es que cada discente reciba un trato a la carta, no el ‘café para todos’ de antes.

Cuando pienso en este arduo desempeño, me pregunto qué habría sido de mí, de habérseme aplicado una adaptación curricular acorde con mis sentimientos, capacidades y aspiraciones, en lugar de la fría e implacable vara que medía la valía de todo el mundo.

Porque supongo que tiene que sentarle muy bien a la autoestima creerse un genio, siquiera por un tiempo. No en vano, desde el romanticismo decimonónico hasta la actualidad, para la cultura occidental la genialidad es el cénit de lo humano.

Sin embargo, pese a lo atractivo de esta posibilidad, no puedo dejar de preferir que la vara me informara tempranamente de mi gloriosa medianía, haciéndome saber que todo lo valioso que lograra en la vida me resultaría enormemente costoso.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Javier Usoz)

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