Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

Seis meses de pacto PP-Vox

El presidente aragonés, Jorge Azcón (PP), ha comparecido este lunes acompañado por su vicepresidente, Alejandro Nolasco (Vox), para anunciar la petición de una Confederencia de Presidentes.
El presidente aragonés, Jorge Azcón (PP) junto a su vicepresidente, Alejandro Nolasco (Vox).
Guillermo Mestre

La semana pasada, en un encuentro en Bruselas en el que participó Feijóo, el presidente aragonés Jorge Azcón pudo conversar con su homóloga en las Islas Baleares, Marga Prohens. La mallorquina comentó su dilema con Vox, inmerso en una crisis de las de difícil solución: o se quedaba con los dos diputados leales a Santiago Abascal, que no le daban la mayoría, o pactaba con los díscolos, que dinamitaban la relación con su socio. Vox exigía lealtad y ella se preguntaba por qué tenía que pagar los platos rotos.

Esto ocurría mientras Azcón cumplía seis meses de pacto con Vox, una coalición inédita en Aragón. Para el PP no siempre ha sido fácil la convivencia. La inexperiencia de Vox, su falta de cuadros y el radicalismo de sus propuestas han obligado al PP a surfear sobre las contradicciones del bipartito, desde el trasvase hasta las políticas de inmigración, y a aguantar el bochorno de las declaraciones extremistas del socio o la apología franquista de algunos de sus altos cargos. Marcaron distancias, como con la elección del Justicia, y hubo tensiones con el intento de Vox de entrar en los gobiernos de Zaragoza y Huesca, que Azcón abortó gracias en parte a sus contactos en Madrid. Pero al final la sangre no ha llegado al río.

El presidente, que conoce a Abascal desde que ambos militaban en Nuevas Generaciones, ha afilado su sentido práctico. Vox da la mayoría y, una vez en el Gobierno, solo queda mecerlo en la aburrida estabilidad. La fórmula siempre ha funcionado en Aragón, que premia en las urnas a los ejecutivos sin sobresaltos. Ya lo hizo en su etapa de alcalde de Zaragoza, donde mimó a sus socios de Ciudadanos casi por encima de su propio grupo, mientras el PSOE intentaba sin éxito zancadillear la relación del gobierno municipal. Tras una corporación plácida, el PP, con Natalia Chueca de candidata, se quedó a un concejal de la mayoría absoluta y los naranjas se esfumaron del cuadro. Lo mismo hace ahora con Alejandro Nolasco, vicepresidente autonómico y líder de Vox. Sin embargo, los populares también saben otras dos cosas: la primera es que le disputan a su socio parte de su electorado, y eso altera a cualquiera. Y la segunda es que, como viene ocurriendo por toda España, en cualquier momento Vox puede estallar.

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