En la repisa de mis sentimientos

En la repisa de mis sentimientos
En la repisa de mis sentimientos
Pixabay

Supongo que son las circunstancias que pululan por la vida las que sin motivo te enredan en la cabeza una vieja historia. Reflejos de casos nuevos que actualizan recuerdos que tú suponías más o menos aparcados en el limbo de la memoria y que adquieren llamativa dimensión. 

Hace días que no dejo de darle vueltas a un suceso del que hube de informar hace más de treinta años. Entonces, un joven universitario que había acudido a una fiesta en un pueblo desapareció sin brindar explicación ni dejar rastro alguno.

No se volvió a saber de él ni se encontró nada que pudiera explicar qué le pudo haber pasado. Ni se hallaron tampoco testigos que pudieran sostener alguna tesis que justificara su asombroso adiós.

Tuve la oportunidad de tratar a aquella familia y compartir con ellos una pizca de su desesperación, de su impotencia y de su empeño constante por intentar conseguir unas noticias que nunca llegaban, que nunca llegaron. Viví su preocupación por asirse a cualquier mecha de pistas, infundadas y muchas disparatadas, que ellos perseguían con el anhelo de descubrir un argumento que pudiera justificar su injustificada ausencia. El paso de los años fue sepultando aquel caso, que para sus padres seguía siendo el motivo único de su vivir, en realidad un morir en vida. Hasta que los dos, ya mayores, se fueron.

El paso de los años narcotizó las esperanzas de sus cercanos, aunque no es cicatriz que se haya podido curar. Por más que el tiempo alivie penas y oferte nuevas inquietudes. Actualizada por las noticias de otras pérdidas, encuentro los hilos de aquella historia, llamada a quedar irresuelta; y eso que el enredo no deja abiertas demasiadas puertas. Pero sobre todo me conmueve recuperar el dolor sin duelo de aquella familia; el camino recorrido hacia ningún lugar; y la sombra de duda que aún perdura -y perdurará- entre quienes lo quieren. Ruta a través de la que la hipótesis que elijan, por muy dura que sea, precisa hacerse realidad. Y suceso que, como otros, encuentra también acomodo en la repisa de mis veteranos sentimientos.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Miguel Gay)

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