Sin voluntad de entendimiento
Decía ayer este columnista que si, a causa de la ley de amnistía, Puigdemont le bloquea a Sánchez los Presupuestos es muy posible que tengamos elecciones generales en primavera.
Pero un comentarista más avisado, como Ignacio Valera, señala que este sería el momento de que "un líder de la oposición despierto" le propusiera al PSOE negociar los Presupuestos y ciertas reformas necesarias a cambio de arrumbar la amnistía; y de que "un gobernante responsable" aceptara la oferta. El propio Valera desespera, puesto que "ni la oposición está despierta ni disponemos de un gobernante de esa naturaleza". Nótese que según este diagnóstico la desgracia de España es doble. Tenemos un presidente insensato y temerario, que nos pone a caminar al borde del abismo, sí. Y también un líder de la oposición atrincherado en el rechazo estruendoso de los desafueros de Sánchez, sin duda justificado y compartido por muchos españoles, que sin embargo ni es capaz de presentar una alternativa ni parece que esté consiguiendo convertir la indignación en un movimiento por el cambio que le asegure, cuando toque, una mayoría para gobernar. Tras su triunfo insuficiente del 23 de julio y su fallida investidura y ante las trapisondas de Sánchez, Feijóo, cargado de razón en su radical impugnación del sanchismo, ha elegido la táctica del desgaste. Pero sus andanadas dialécticas son innecesarias para convencer a los ya convencidos e ineficaces para abrir los ojos a quienes, a pesar de estar viendo lo que ven, prefieran seguir pensando que Sánchez es, frente a la derecha, el menor de los males. Para que el destino de España no se siga decidiendo en Waterloo hace falta algún tipo de entendimiento entre el PSOE y el PP. Sánchez, desde luego, no lo pone fácil y seguramente ni lo busca ni lo quiere. Tal vez Feijóo debería ofrecernos pruebas a los españoles de que él sí estaría dispuesto y de que tiene propuestas capaces de merecer un consenso.
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