Redactor jefe de Organización y Cierre de HERALDO DE ARAGÓN

El puente de San Miguel

Puente San Miguel de Jaca.
Puente San Miguel de Jaca.
Heraldo

Jaca, primera capital del reino de Aragón en el siglo XI, atesora joyas patrimoniales de primer orden. En su centro histórico se puede admirar la catedral románica de San Pedro y su excepcional museo, los aledaños porches del Mercado, el ayuntamiento plateresco o el monasterio de las Benedictinas, que conserva el sarcófago de la infanta doña Sancha, hija de Ramiro I y hermana de Sancho Ramírez, ambos reyes aragoneses, fallecida en 1097. Son símbolos que conservan buena parte de su sabor medieval y representan la importancia histórica de la localidad.

Extramuros, la imponente ciudadela y sus amplios glacis y el fuerte de Rapitán –que en lo alto del monte del mismo nombre preside la entrada del valle– son otros atractivos monumentales que refieren la relevancia de una plaza militar estratégica. Todos forman parte del amplio abanico patrimonial que se ofrece a los visitantes de este destino turístico por excelencia del Pirineo.

Pero si hay un monumento querido y entrañable para muchos de los lugareños, ese es el puente de San Miguel, que forma parte de las correrías infantiles por las afueras en busca de aventuras. Jaca ofrecía a los niños a la salida del cine el privilegio de poder elegir escenarios para remedar películas medievales o bélicas, según el ánimo que nos hubiera insuflado la sesión del cine Oroel que acabábamos de ver. En ocasiones salíamos del Rompeolas (así llamamos en Jaca al mirador situado al final del Paseo desde el que se domina La Solana) camino del río Aragón. Y ahí estaba ese fenómeno de la ingeniería antigua, levantado en sillería con su perfil a doble vertiente, propio de los puentes medievales, y un arco central apuntado de 17 fascinantes metros de altura.

Estos días, lamentablemente, parte del muro de la parte superior ha aparecido derribado y algunos de los sillares han sido arrojados al río, provocando la indignación general. Un acto de vandalismo puro que denota mala fe, supina ignorancia y nula sensibilidad hacia lo que es de todos y representa la esencia de una ciudad con tanta historia.

(Puede consultar aquí todos los artículos publicados en HERALDO por Mariano Gállego)

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